A estas alturas no es noticia la muerte de Nelson Mandela.
Todas las alabanzas hacia su persona son merecidas, podemos encontrar en los obituarios
de los periódicos una vida que le llevo a conseguir uno de los premios Nobel de
la Paz más merecido (no como esa broma de Obama).
Cuando me enteré de la noticia me vino a la cabeza la película
Invictus de Clint Eastwood, más concretamente de un pasaje en la que la mujer del
capitán del equipo Sudafricano de rubgy, al ver a su marido pensativo y con la mirada
perdida, le pregunta si está preocupado
por el partido que iban a jugar al día
siguiente. El hombre le dice que estaba pensando en cómo una persona después de 27 años de cautiverio
en condiciones infrahumanas es capaz de perdonar a los que lo encarcelaron.
Es una pregunta que sobrevuela toda la película, no solo
como una persona puede perdonar, sino como alguien que ha sufrido tanto y que
de repente tiene el poder no se aprovecha de esa fuerza y busca venganza.
Por deformación profesional no he podido evitar pensar en el
Tercer Reich donde la venganza era parte del día a día. No solo en las altas
esferas, la mayoría de las denuncias que recibía la Gestapo eran provenientes
de civiles que delataban a un conocido, a un vecino, e incluso a un familiar.
Muchas de esas denuncias estaban motivadas por pequeñas disputas, envidias y
venganzas.
Me imagino que como a cualquier ser humano a Nelson Mandela
se le pasaría por la mente la idea de ajustar cuentas con los que le perjudicaron
de forma tan cruel. Conseguir dominar ese impulso tan humano convierte a Nelson Mandela en uno de los grandes hombres
de la historia.
Esta semana también ha fallecido un hombre que marcó mi
infancia y mi juventud y me hizo amar la música clásica; Fernando Argenta. Conductor del programa de Clásicos Populares
consiguió tenerme al otro lado de la radio escuchando sus maravillosas locuras
y sus ocurrencias siempre con la música clásica como argumento principal.
Gracias Fernando.
2 comentarios:
La capacidad de perdonar, de sonreír, de continuar con su vida al salir de la cárcel como si hubiera venido de un sitio más agradable... Me pregunto cómo hubiera gestionado un asunto como la crisis que nos ocupa.
Por otra parte, está claro que Fernando Argenta deja un vacío, literal, porque dudo mucho que, a quien corresponda, le interese que se continúe con su labor, entre otras cosas, por motivos presupuestarios.
Comparar a Mandela con Gandhi fue el mayor de los despropósitos del presidente Obama. Sabemos que Mandela cantaba canciones que no ahuyentaban especialmente el odio hacía el blanco. En fin, mucha leyenda progresista.
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