domingo, 30 de enero de 2011

Garbo El espía, el hombre que salvó el mundo

Este año los Reyes Magos me trajeron el documental “Garbo, el espía, el hombre que salvo el mundo. La película tiene varios premios entre ellos el Goya 2010 al mejor documental.

A pesar de que el cine español no tiene mucho predicamento entre el público los documentales si tienen una contrastada calidad. En esta ocasión Garbo el espía es un documental muy digno, de factura efectista, con un montaje estupendo, un buena banda sonora. En definitiva es una obra muy entretenida.

Es reseñable la utilización de fragmentos de películas antiguas para mostrarnos lo que nos cuentan, hubiese sido de agradecer si nos hubieran puesto de que películas se tratan, aunque es una crítica solo basada en los gustos de un cinéfilos.

A pesar de estos puntos a favor, al finalizar el visionado puede que se te quede un pequeño regusto amargo, como si faltara algo, parece que no termina de funcionar bien. Cuando te pones a analizar el documental te das cuenta de que no te has enterado de nada. Y la culpa no es del documental, no es que hayan hecho mal su trabajo, es que el personaje que tratan está envuelto en una nebulosa que hace que la historia cojee.

El protagonista del documental, Juan Pujol, es una persona casi etérea que engaño a los alemanes durante años, ¿o no? Esa es la duda que te asalta, no se sabe muy lo que hizo, como los engaño tanto tiempo. No parece muy creíble que los alemanes se dejaran engañar tantas veces por la misma persona.

La última entrada del Blog de nuestro escritor de cabecera, Jesús Hernández, trata sobre las dudas que existen de la autenticidad de las gestas de Juan Pujol. Hay una entrevista realizada en 1984 que siembra aún más dudas sobre Garbo. Es como si Juan Pujol siguiera en su papel de espía o bien que Garbo nunca existió.

Sea como fuere el documental es digno de verse.

jueves, 27 de enero de 2011

"El desastre del Hindenburg" de Jesús Hernández, un libro para viajar en dirigible.


Hace unos pocos días tuve la oportunidad de leer el último libro de Jesús Hernández, El desastre del Hindenburg, un texto escrito con el estilo cercano y divulgador que es habitual en todas sus obras. Para ser sincero, cuando tuve noticia de la temática a tratar por Jesús, me pareció cuanto menos que arriesgado, sobre todo porque no estaba incluido, según mi criterio y en ello demuestro mi gran ignorancia, en los temas anejos a la Segunda Guerra Mundial o al Tercer Reich.

El autor, con su obra, me hizo salir de mi error y verme inmerso en una parte de la historia de la aviación, su relación con un mundo cada vez más industrializado que aspiraba a convertir las grandes distancias intercontinentales en pocas horas o días de vuelo. Una sociedad pudiente que viajaba en los grandes transatlánticos que representaban el lujo y el incipiente crecimiento de lo que hoy denominamos turismo.

Años antes de ese momento dominado por las grandes navieras que marcaban un estilo de la mejor vida que el dinero podía pagar, hizo su aparición Von Zeppelin, que fue el gran impulsor de lo que sería la època dorada de los dirigibles, y tras su muerte, Hugo Eckener tomaría las riendas y viviría los mejores y peores momentos de la historia de los zepelines.

Nunca pude imaginar que este tema que nos proponía Jesús Hernández tuviera tanta intrahistoria, así como tener la sensación lectora de haber volado en esos asombrosos aparatos, tras leer sus páginas. Una vez más, nuestro autor logra que el lector sea parte de la escena, que sea un pasajero más del Graf Zeppelin o del mismísimo Hindenburg. Visitar y sentarse en el área de pasajeros, sufrir algunas de las incomodidades que padecieron los usuarios de estos gigantes del cielo y sobre todo dar la vuelta al mundo, está al alcance de todo lector que tenga la osadía de abrir este libro.

El lenguaje ágil y accesible que maneja Jesús en sus escritos, nos permite aproximarnos a parte del pasaje que ocuparon los sencillos camarotes del Hindenburg. Una galería de personajes que son desgranados a lo largo del ensayo. Las anécdotas de los distintos trayectos que el dirigible hizo, los espías internacionales que utilizaron este medio para viajar y las presiones de los dirigentes de la Alemania nazi para aprovechar la majestuosidad tecnológica como un brillante logro del Tercer Reich. Todo ello y más, forma parte de El desastre del Hindenburg.

La destrucción del bello aparato por un incendio en una de sus bolsas de hidrógeno, señaló el final de una era de la aviación que según parece podría volver por razones que nuestro autor explica sobradamente. El futuro y la mente inquieta del Hombre, quizás le depare un porvenir diferente al tenido hasta ahora. Sin duda la actual tecnología, el uso de gases no inflamables, los sistemas de navegación modernos y otros avances, hagan de los zepelines una opción en décadas venideras. Hasta entonces disfrutemos del romanticismo de unos años, durante los cuales, las naves más grandes del momento cruzaron el cielo convertidas en realidades de lo que en un principio sólo fueron sueños del “conde loco”.

A lo largo de la lectura, y a pesar de las ricas descripciones hechas por Jesús Hernández, se echa de menos algún plano del interior del Hindenburg y un cuadernillo interior con fotos impresas con una calidad mayor a las contenidas en el volumen referido. Por otro lado, es de agradecer la magnífica bibliografía que acompaña en forma de apéndice al libro. Otro anexo es la lista de pasajeros que lucharon con éxito desigual, por salvar sus vidas durante el último trayecto realizado por la aeronave alemana hasta su incendio en la base de Lakehurst. Nuestro autor muestra en breves y cuidados trazos el destino de cada uno de ellos tras el fatal desenlace.

En definitiva, podemos decir que El desastre del Hindenburg es un libro que me ha sabido a poco, debido al gran disfrute obtenido por su lectura. Personalmente, cuando un libro me atrapa como lector, lo “paseo” por todas partes llegando a recorrer los lugares visitados diariamente por mi. Aprovechando cada momento libre para embarcarme en la mítica nave y formando parte de los objetos que normalmente nos acompaña en nuestra vida cotidiana. No importa que sea durante cinco, diez o un minuto los que los quehaceres me permitieran viajar por los cielos de la lectura, lo importante era leer otra página. El final triste del Hindenburg es paralelo a la tristeza de acabar la lectura de tan buen trabajo.

lunes, 24 de enero de 2011

Carta de Einstein a Roosevelt


Buceando por la denominada red de redes me he encontrado con una curiosa carta de Albert Einstein dirigida al presidente Roosevelt ofreciendo su colaboración y ayuda.

Preludio de la bomba atómica.

(Traducción de la transcripción del documento público)

Albert Einstein
Old Grove Rd. Nassau Point
Peconic, Long Island

2 de Agosto de 1939

F. R. Roosevelt
President of the United States
White House
Washington, D.C.

Señor;

Algunos recientes trabajos de E. Fermi y L. Szilard, los cuales me han sido comunicados en manuscritos, me llevan a esperar, que en el futuro inmediato, el elemento uranio puede ser convertido en una nueva e importante fuente de energía. Algunos aspectos de la situación que se han producido parecen requerir mucha atención y, si fuera necesario, inmediata acción de parte de la Administración. Por ello creo que es mi deber llevar a su atención los siguientes hechos y recomendaciones.

En el curso de los últimos cuatro meses se ha hecho probable -a través del trabajo de Loiot en Francia así como también de Fermi y Szilard en Estados Unidos- que podría ser posible el iniciar una reacción nuclear en cadena en una gran masa de uranio, por medio de la cual se generarían enormes cantidades de potencia y grandes cantidades de nuevos elementos parecidos al uranio. Ahora parece casi seguro que esto podría ser logrado en el futuro inmediato.

Este nuevo fenómeno podría ser llevado a la construcción de bombas, y es concebible -pienso que inevitable- que pueden ser construidas bombas de un nuevo tipo extremadamente poderosas. Una sola bomba de ese tipo, llevada por un barco y explotada en un puerto, podría muy bien destruir el puerto por completo, conjuntamente con el territorio que lo rodea. Sin embargo, tales bombas podrían ser demasiado pesadas para ser transportadas por aire.

Los Estados Unidos tiene muy pocas minas con vetas de uranio de poco valor, en cantidades moderadas. Hay muy buenas vetas en Canadá, la ex-Checoslovaquia, mientras que la fuente más importante de uranio está en el Congo Belga.

En vista de esta situación usted podría considerar que es deseable tener algún tipo de contacto permanente entre la Administración y el grupo de físicos que están trabajando en reacciones en cadena en los Estados Unidos. Una forma posible de lograrlo podría ser comprometer en esta función a una persona de su entera confianza quien podría tal vez servir de manera extra oficial. Sus funciones serían las siguientes:

a) Estar en contacto con el Departamento de Gobierno, manteniéndolos informados de los próximos desarrollos, y hacer recomendaciones para las acciones de Gobierno, poniendo particular atención en los problemas de asegurar el suministro de mineral de uranio para los Estados Unidos.

b) acelerar el trabajo experimental, que en estos momentos se efectúa con los presupuestos limitados de los laboratorios de las universidades, con el suministro de fondos. Si esos fondos fueran necesarios con contactos con personas privadas que estuvieran dispuestas a hacer contribuciones para esta causa, y tal vez obteniendo cooperación de laboratorios industriales que tuvieran el equipo necesario.

Tengo entendido que Alemania actualmente ha detenido la venta de uranio de las minas de Checoslovaquia, las cuales han sido tomadas. Puede pensarse que Alemania ha hecho tan claras acciones, porque el hijo del Sub Secretario de Estado Alemán, von Weizacker, está asignado al Instituto Kaiser Guillermo de Berlín donde algunos de los trabajos americanos están siendo duplicados.

Su Seguro Servidor,

A. Einstein

jueves, 20 de enero de 2011

Papeles, papeles.

Los obstáculos burocráticos que enfrentaban los judíos alemanes que intentaban emigrar a fines de la década de 1930 eran agobiantes. Los países exigían tantos documentos que a menudo era casi imposible de obtener. La siguiente es una lista de los documentos que exigía Estados Unidos para obtener una visa:

Cinco copias de la solicitud de visa

Dos copias del certificado de nacimiento del solicitante

Número de turno (que establecía el lugar del solicitante en la lista de espera)

Dos patrocinadores:
-Preferentemente familiares cercanos del potencial inmigrante
-Se exigía que los patrocinadores fueran ciudadanos estadounidenses o que tuvieran condición de residencia permanente, y tenían que tener seis copias de una Declaración Jurada de Apoyo y Patrocinio completas y autenticadas por notaría

Documentos probatorios:
-Copia certificada de la última declaración de impuestos federales
-Declaración jurada de un banco respecto a las cue
ntas de los solicitantes
-Declaración jurada de cualquier otra persona responsable con respecto a otros activos (declaración jurada del empleador del patrocinador o declaración de calificación comercial)

Certificado de buena conducta de las autoridades de la policía alemana, incluyendo dos copias de cada uno de los siguientes documentos:
-Informe policial
.
-Antecedentes penales.
-Antecedentes militares.
-Otros registros gubernamentales sobre la persona.

Declaraciones juradas de buena conducta (después de septiembre de 1940) de varias personas desinteresadas responsable.

Examen físico en el consulado de EE. UU.

Prueba de permiso para salir de Alemania (impuesto el 30 de septiembre de 1939).

Comprobante de que el potencial inmigrante tenía reservado un pasaje hacia el hemisferio occidental (impuesto en septiembre de 1939).

Sin embargo, cuando la vida dependía de la aceptación de esa documentación, a veces imposible de conseguir, la ansiedad y el sentimiento de peligro era constante. Es sintomático descubrir que algunos países se mostraban más condescendiente con los nazis que quisieron emigrar, huyendo de las autoridades Aliadas, convirtiéndose en nidos de acogidas de los criminales del Tercer Reich.

Esta actitud mantenida, por ejemplo, por países como Argentina, hicieron de esta nación objetivo continuo de los cazadores de nazis como Simon Winthensal.

Ya por edad no debe de quedar muchos nazis del Tercer Reich por ahí sueltos y los que queden, seguirán siendo perseguidos hasta el final de sus días, otra cosa será que sean apresados y juzgados.

En resumen, demasiados papeles para salvar las vidas de los represaliados por los nazis. No se si los países receptores de emigrantes han explicado alguna vez el porque de todo estos condicionamientos. En el caso de Estados Unidos se me ocurre que quizás, la condición de detractor de los judíos de Roosevelt tuviera algo que ver.

lunes, 17 de enero de 2011

Albert Richter, el campeón que dijo no

Hace tiempo uno de nuestros colaboradores habituales, Humberto, nos recomendó un documental sobre Albert Richter, un ciclista alemán que se atrevió a desafiar al régimen Nazi.

Albert Richter cometió uno de los pecados más infames para el Nazismo. Cometió la desfachatez de tener un entrenador judío, y a pesar de todas las presiones recibidas continuó con él. 
Se negó a realizar el saludo romano en las competiciones en las que participaba dentro de su país, incluido en  las Olimpiadas de Berlín de 1936 y no se enfundo la elástica nacional con la esvástica.

Todas estas afrentas no fueron olvidadas y en 1940 fue detenido por la Gestapo cuando huía a Suiza. Murió día después en los calabozos de la policía secreta. Según la versión oficial, Albert Richter, no aguanto la presión de estar encarcelado y se suicido ahorcándose. Cuando el hermano de Albert pidió ver su cuerpo le ensañaron el cadáver de Albert Richter ensangrentando y con la ropa agujereada por disparos.
Albert Richter perdió su vida por no doblegarse a las imposiciones de los Nazis.

Cuando veo casos como este siempre me viene a la cabeza la misma pregunta ¿Qué habría  hecho yo si me hubiera tocado vivir en aquella época? ¿Hubiera sido uno de los millones que miraron a otro lado o habría sido capaz de hacer algo? o aún peor ¿Me hubiera dejado llevar por la atmosfera reinante y me habría convertido en un miembro del NSDAP? En mi fuero interno espero que no, pero es una pregunta recurrente a la que no tengo respuesta válida. No se puede juzgar el pasado conociendo de antemano el resultado final.
  

viernes, 14 de enero de 2011

El oro de Hitler. 3º parte.

Pues con esta tercera parte y última, pondremos final al asunto del oro y el wolframio de Hitler.

Los Aliados tuvieron alguna dificultad en poder asumir los costes del wolframio español, ya que cuanto más invertían en su compra, más mineral se extraía de las entrañas de sus minas. La solución que vieron viable fue el acuerdo al que llegaron con el gobierno español, por el que suministrarían materias primas y dinero a cambio de una interrupción de tres meses en las exportación del valioso mineral y una limitación posterior en las cantidades que llegarían a Alemania.

España había logrado un enriquecimiento descomunal de los propietarios de las minas y de la Hacienda Pública y por el que no se produjo serios daños debido a los términos del pacto. El Estado Español había conseguido cancelar gran parte de la deuda contraída con Alemania durante la Guerra Civil ya que se recaudó un total de 1130 millones de dólares en concepto de sus exportaciones del wolframio, parte de este dinero se invertió en recuperar las reservas de oro del Banco deEspaña.


Así fue como Blas Huete se encargó de la compra masiva de oro y tal como quedó reflejado en los libros de cuentas, se compró 5.661 lingotes entre los años 1942-1945. Dicha reserva se realizó a la banca suiza, inglesa, portuguesa y a otros bancos. Todo ello representaba una adquisición de 67,4 toneladas de oro fino. El mineral amarillo de repartió entre Madrid, con 56,9 toneladas, y el resto en los bancos de Berna, Londres y Lisboa. Los transportes se realizaban en camiones que no llevaban más de dos toneladas cada uno por motivos de seguridad y únicamente cuando era utilizado el tren como medio, aumentaban las remesas.
Todas las llegadas del oro estaban sumidas en el más absoluto secreto y controladas por funcionarios del IEME que informaban a sus superiores cuando el mineral era depositado en los sótanos del Banco de España, posteriormente se enviaba una muestra a la Casa de la Moneda para su análisis por los técnicos. Si todo era correcto se anotaban los datos referente a su procedencia, peso, calidad y fecha de fundición entre otros.

La relación de Franco con los alemanes supuso todo un problema en los estamentos norteamericanos y aunque Rooselvet era antifranquista no tomó ninguna represalia contra el dictador español. Los Aliados nunca vieron una alternativa a Franco. Con los republicanos desnudos y una monarquía desunida, el joven general parecía el peor de los males a soportar. En 1945 le hicieron llegar su malestar por su régimen autoritario pero no movieron un dedo por derrocarlo.

En relación a este tema existe un libro llamado La batalla del wolframio escrito por Joan María Thomas que arroja mucha luz sobre este capítulo de la Historia. También os dejo un documental titulado Lobos sucios, que trata de las personas que estuvieron trabajando en las minas de wolframio en Galicia, hoy ya abandonadas. El documetal está, en parte, en gallego, espero que os guste.



martes, 11 de enero de 2011

La Batalla de Inglaterra

El ataque aéreo sobre Gran Bretaña se inició el 10 de julio de 1.940 y estuvo dirigido contra los barcos y los puertos del sur de Inglaterra. La Luftwaffe disponía en total de unos 2.670 aviones (Junkers, Dorniers, Heinkels, Stukas, Focke-Wulfs y Messerschmitts), mientras que la R.A.F. contaba únicamente con unos 650 Spitfires y Hurricanes y la ventaja logística del radar así como una mayor facilidad para repostar en combate.

La segunda fase de la ofensiva del mariscal Goering, dirigida contra las defensas aéreas británicas, instalaciones y aeródromos de la R.A.F. y líneas de comunicación terrestres, se desarrolló entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre y estuvo a punto de suponer la definitiva derrota británica.

El 7 de septiembre, Hitler y Goering cambiaron repentinamente el objetivo de los ataques de la Luftwaffe, dirigiéndose contra Londres en respuesta a un bombardeo británico sobre Berlín. En esta tercera fase, los objetivos dejaron de ser militares y pasaron a ser civiles. Esto dio tiempo a la R.A.F. para reparar sus aeródromos y para concentrar sus esfuerzos en la defensa efectiva

El gran cambio tuvo lugar el domingo 15 de septiembre de 1.940. Al mediodía la Luftwaffe inició un gran ataque contra Londres y tuvo que enfrentarse por primera vez con una defensa masiva de cazas británicos que llegaron a sumar entre 250 y 200 Sitfire y Hurricane. Churchill, que siguió los combates desde el puesto de mando de la XI División, recibió del vicemariscal del Aire Park, a su pregunta sobre las reservas, la misma respuesta que éste había obtenido del general Gamelin a idéntica pregunta: "ninguna".

Los británicos habían echado toda la carne en el asador. La Luftwaffe perdió ese día 56 aviones, aunque la propaganda británica amplió su éxito y habló de 185 aparatos derribados. Lo cierto es que las bajas de la Luftwaffe fueron demasiado sensibles como para intentar una invasión. La opinión mundial también empezó a dudar: en los EE.UU. se afianzó la creencia de que los británicos aguantarían el golpe.

Desde la ventaja que ofrece la retrospectiva, se observa que los alemanes habían perdido la batalla debido fundamentalmente a graves errores cometidos por sus mandos:

1.- Faltaron bombarderos y cazas de gran radio de acción.

2.- Se infravaloró la capacidad del radar británico y se malogró la oportunidad de destruirlo.

3.- Se cambió de objetivo operacional, de puntos estratégicos e instalaciones del Fighter Command a los muelles de Londres, muy poco antes de coronar con éxito la primera meta.

Sin los errores segundo y tercero hubiera sido posible un resultado positivo para los alemanes. Sin la defensa de los cazas británicos, los bombarderos alemanes hubiesen tenido abiertas las puertas de Inglaterra, con gran perjuicio de la flota británica, pues si bien las bombas alemanas no estaban en condiciones de causar graves daños a los acorazados británicos, sí hubiesen podido hacer estragos en sus bases, y sin petróleo ni municiones la flota británica hubiese quedado anulada.

A esto se referían los jefes de de la flota británica en sus análisis, al afirmar, antes de estos sucesos, que "en caso de que los alemanes llegaran a dominar el cielo, los buques de guerra sólo podrían contener la invasión durante escaso tiempo". Así, tras haber dominado el cielo, y en consecuencia, paralizado la flota, el mando alemán, pese a los escasos medios de los que disponía, hubiera podido llevar a cabo la invasión. Esto, según palabras de Churchill, hubiese decidido la guerra: con los aviones y el potencial industrial británico en manos de Hitler, nada hubiese podido parar la máquinaria de guerra alemana.

La Batalla de Inglaterra constituyó la primera derrota importante de la Alemania nazi y frustró el intento de Adolf Hitler de invadir Gran Bretaña. Winston Churchill declararía: "Nunca antes en el campo de los conflictos humanos, tantos debieron tanto a tan pocos", en referencia a los miembros de la R.A.F. El III Reich jugó y perdió su suerte a finales del otoño de 1.940, aunque nadie pareció darse cuenta de ello.

Fuente: La Segunda Guerra Mundial

sábado, 8 de enero de 2011

El oro de Hitler. 2ª parte

Espero que los Reyes Magos se hayan portado generosamente con todos vosotros y que vuestros deseos para este 2011 que ha asomado su horrible faz (según lo que se pronostica en el apartado económico) se cumplan en la medida de lo posible.

Hace ya unos días dejamos pendiente el continuar con otra parte de “El oro de Hitler”, así que vamos a seguir perfilando ese asunto.

Cuando las tropas franquistas entraron en Madrid en la primavera de 1939, el Banco de España fue ocupado rápidamente por un grupo de dirigentes. En las plantas superiores se encontraba el Instituto Español de Moneda Extranjera (IEME) departamento perteneciente al Ministerio de Comercio. Su responsable era Blas Huete, un banquero veterano experto en cambio. El IEME se puede definir como una institución misteriosa y semiescondida cuyas actividades eran poco conocidas por el resto del funcionariado. Los subdirectores, Manuel Vila y Alejandro Bermúdez formaban un equipo discreto que controlaban las operaciones con divisas del país. Sus primeras decisiones fueron la adquisición de nuevas reservas de oro, cometido que mantuvieron en secreto durante años. Ni siquiera el resto de ministros de Franco sabía de ello, exceptuando el de Comercio, Demetrio Carceller. Este secretismo fue apoyado con medidas tan eficaces como no redactar actas de las reuniones celebradas y que las memorias anuales no fueran divulgadas al resto de altos cargos del Gobierno. Si hoy conocemos esta historia, se debe a la contabilidad que los miembros del IEME escribieron en sus libros de cuentas. En el Archivo del Banco de España se encuentran los documentos que acreditan esas operaciones de compra de oro. En aquel tiempo la única moneda fiable era el preciado metal y su era importancia muy superior al que hoy tiene en los mercados. Sólo con oro se podían compra divisas como el dólar o la libra esterlina. Pero, ¿cómo se podía comprar oro con el escaso margen de maniobra que Alemania había permitido?

En 1941, el wolframio era un mineral muy adecuado para la fabricación de la aleación idónea del blindaje de carros de combates y acorazados. Alemania se abastecía de las reservas provenientes de India y China pero el bloqueo británico obligó a mirar a los yacimientos de España y Portugal, los dos únicos países dispuestos a negociar con el Tercer Reich. Los norteamericanos se implicaron en el control de yacimientos provocando la subida de los precios del vital mineral. España se vio enormemente beneficiada al vender sus reservas de wolframio a alto precio. El Gobierno español pagaba así casi toda la deuda contraida con Hitler. Los precios subieron desde 1.300 dólares por tonelada a 20.000. La situación mejoró cuando el Gobierno norteamericano introdujo el wolframio en la listas de productor estratégicos a comprar para evitar que llegasen a manos alemanas.

Pero no todo iba ser tan perfecto y el sistema de compra tendría sus inconvenientes, lo veremos en la próxima entrega.

miércoles, 5 de enero de 2011

La batalla de las Ardenas

Bajo este nombre se conoce a una serie de ofensivas libradas en los bosques de Ardenas (límite entre Francia y Bélgica) que favorecieron a los aliados durante la Segunda Guerra Mundial y que, en virtud de la desproporcionada idea de primacía alemana, sumió a éstos en un fracaso imposible de revertir.ardenas

Esta situación fue iniciada debido a que los aliados habían perdido la Batalla de Arnhem y con esta estocada el Führer se proponía generar un escenario similar al vivido en 1940, cuando destruyó las fuerzas galas, aislando a los ingleses. Entonces utilizó la táctica de embolsamiento, estrategia que se proponía volver a implementar en esta oportunidad, no sólo con un fin defensivo sino con el propósito de aislar los ejércitos soviéticos de los norteamericanos y de esta manera obligarlos a retroceder.

Cabe mencionar que tal maniobra de ningún modo era esperada los aliados, Alemania no estaba en posición de efectuar un ataque de tamaña magnitud, la Wehrmacht estaba agotada y mal armada y los nazis carecían de posibilidad de rearme y mucho menos velocidad para hacerlo, recurso con el que sí contaban los aliados.

Básicamente, el plan era atacar el macizo de Ardenas en donde una pequeña coalición de norteamericanos sería fácil de reducir, llegar hasta Moza, reorientarse hacia el norte en dirección Amberes y aislar a los ingleses para que éstos capitularan.

La iniciativa de Hitler no fue apoyada por sus generales quienes le propusieron un plan menos ambicioso pero de seguro alcance, orientado a cuidar los avances conseguidos y a neutralizar el saliente americano en las cercanías de Aquisgrán. Dicha propuesta fue rechazada por el fürer, quien siguió adelante; reunió 500 000 hombres, pertrechando las unidades blindadas.


El 16 de diciembre de 1944 Adolf Hitler lanzó las unidades Panzer en contra de las posiciones norteamericanas ubicadas en las Ardenas. El éxito alemán desorientó al bando contrario, quien tuvo que reubicarse. Tan sólo en el primer día, el ejército nazi tomó 7000 prisioneros. Sin embargo, la reacción aliada no tardó en manifestarse, mostrando su supremacía aérea. A esta falencia se sumaron las malas condiciones climáticas: la niebla y la nieve dificultaron aún más el desenvolvimiento de las fuerzas del Eje.
Pasó lo contrario a lo previsto por Hitler. Los generales alemanes temían terminar siendo ellos los embolsados si no ejercían un retiro parcial hacia posiciones más seguras; razón por la cual, tras haberlo solicitado y haber recibido la negativa, fue lo que ocurrió.

Hacia fines de enero de 1945, puede considerarse que la batalla había finalizado en un empate respecto según los resultados, la pérdida humana fue de alrededor de 80 000 hombres en cada bando. Sin embargo, también puede afirmarse que para el ejército nazi constituyó una derrota de la que no pudo reponerse, sus recursos eran escasos y la Wehrmacht había sido diezmada.

Finalmente, la Batalla de las Ardenas liberó el camino para las fuerzas soviéticas en el Este y la ruta a Berlín para el ejército norteamericano

domingo, 2 de enero de 2011

Joachim Peiper, el soldado nazi perfecto.

Un protagonista fundamental en la historia de las SS fue, sin duda, el oficial Joachim Peiper. En 1976, Peiper tenía sesenta y un años y vivía en un pequeño pueblo del país que decía amar, Francia.


Las calles de su localidad habían estado sembradas por pintadas y octavillas acusándolo de asesino. Se pedía su muerte por parte de un grupo radical comunista y Peiper recibía abundantes amenazas telefónicas en su domicilio. Éstas se cumplieron al ser atacado con cócteles Molotov en el transcurso de una noche ese mismo año. El cuerpo del antiguo oficial nazi fue encontrado junto con su rifle.
Nació en 1915 en el seno de una familia de clase media, hijo de un oficial que combatió durante la gran guerra. El joven Joachim aspiraba ser soldado cuando alcanzara la edad necesaria y así lo hizo, se enroló en la incipiente SS obteniendo en la academia de oficiales unas magníficas calificaciones.
Una vez iniciada la guerra, participa en el frente del Oeste, en Francia, donde es condecorado con la Cruz de Hierro de 2ª y 1ª clase. Tras un período en el Cuartel General de Himple vuelve al frente en 1941 en los primeros compases de la Operación Barbarroja; después del duro invierno de 1941 a 1942, la división es enviada a Francia para su reorganización como división Panzergrenadier (infantería mecanizada).
En 1943 vuelve al Frente Ruso, esta vez como Sturmbannführer (comandante) del 3º Batallón del 2º Regimiento Panzergrenadier de la LSSAH, para detener la ofensiva soviética que había comenzado con la derrota en Stalingrado, y que amenazaba con cercar y destruir a una fuerza considerable de unidades alemanas estacionadas en el frente sur de Rusia; según algunos historiadores, de haberse logrado los objetivos soviéticos en esta ofensiva se hubiera hundido todo el Grupo de Ejércitos Sur. El batallón de Peiper se situó en la ciudad de Kharkov, una de las ciudades más importantes de la cuenca del Donetz, y durante el invierno de 1943 participa en los durísimos combates que tienen lugar tanto en los alrededores como en la misma ciudad.
La recaptura Kharkov en marzo del mismo año, supone uno de los hechos de armas más importante de las Waffen-SS durante la guerra. Por su comportamiento durante estos combates, Peiper recibe la Cruz de Caballero y la Cruz Alemana en Oro.
Del mismo modo participa en la gran operación del Este, la Ofensiva de Kursk (cuyo nombre en clave era “Zitadelle”), donde las divisiones de las SS, tras penetrar en el gigantesco perímetro defensivo soviético, protagonizan la que es conocida como la “mayor batalla de tanques de la historia”, la batalla de Prokhorovka. Durante estos combates, Peiper obtiene la insignia de destrucción individual de carros y el pasador de combate cuerpo a cuerpo en plata (acreditar combates cuerpo a cuerpo con el enemigo 30 días distintos). Peiper llegó a ser conocido por su fiereza en el combate y su sangre fría ante el sufrimiento humano.
Más tarde pasa por Italia, luchando durante el desembarco aliado en Sicilia, por Rusia, donde es condecorado con las Hojas de Roble para la Cruz de Caballero incluso por Francia, en el Desembarco de Normandía.
La última gran oportunidad de los aleman sucedería en la Batalla de Las Árdenas, dónde estuvo al frente del Kampfgruppen Peiper. Estuvo vinculado a los tristes sucesos de Malmedy. Los hechos dicen que sucedieron de la siguiente forma:
Avanzó un centenar de kilómetros en 3 días, aplastando toda resistencia enemiga a su paso. Pero se vio superado por uno de los grandes enemigos de los alemanes durante la guerra, le faltaba combustible para seguir avanzando. Con lo que finalmente, rodeado y en inferioridad numérica, tuvo que retirarse a pie con lo que quedaba de su Kampfgruppe.
Durante los rápidos avances a través de las líneas aliadas, sus tropas capturaron a un grupo de soldados norteamericanos que acabaron muertos en un crimen de guerra, lo que fue conocido como la “Masacre de Malmedy”. Al parecer, no fue un acto deliberado ordenado por Peiper u otro oficial SS como propagaron a los cuatro vientos los aliados, sino un hecho no justificable producido por el intento de algunos prisioneros de escapar y que los alemanes respondieron cruelmente con ráfagas de ametralladoras y disparos de fusil.
Al término de la guerra Peiper fue juzgado en Dachau y condenado a muerte, pena conmutada por cárcel en un segundo juicio debido a la posibilidad de tortura para la obtención de una confesión. Salió libre en 1956 y comenzó a trabajar en las fábrica de Porsche y Volkswagen pero fue despedido al descubrirse su condición de criminal de guerra.
Siempre se consideró un nazi y decía darle pena de la situación de Alemania como “una provincia europea” así como el interés material de sus compatriotas. Fue denominado como el soldado nazi perfecto y quizás lo fuese.