jueves, 29 de noviembre de 2012

Nuestra guerra.

En mi entrada de hoy, no pretendo hace apología de la guerra, por supuesto que no. No pienso que una guerra sea beneficiosa por sí misma, pero que en casos extremos no queda otra que entrar por  el aro bélico. Pongo un ejemplo: La Segunda Guerra Mundial, debido a Hitler y a su ansia de expandir los territorios alemanes, no se pudo evitar una situación de confrontación.

Los casos de invasión de los territorios nacionales por ejércitos extranjeros legitimiza al agredido a defenderse. Los motivos de las guerras suelen estar ligados a cuestiones no solucionadas acerca de las fronteras o simplemente el interés de un país por los recursos naturales de otro. El petróleo o el agua son algunos de estos recursos ambicionados.

En épocas de guerras, por lo que he leído, el Hombre es capaz de cometer las tropelías y crímenes más horribles y también es susceptible de tener el comportamiento más misericordioso - ahora se dice solidario- con el vecino. Los afectados por las guerras, debido a los sufrimientos, se acercan más a Dios y se renuevan los valores humanos. Existen hechos de generosidad con otras personas que han sido reflejadas en los libros y beatificaciones por la Iglesia Católica que tienen como protagonistas a testigos activos de las guerras.

Pero este no era el asunto que yo quería tratar en el post. Hoy en España no estamos viviendo una situación bélica, pero sí que tenemos una situación de emergencia en muchas familias. La crisis económica que atraviesa nuestro país, han hecho sentir a muchos conciudadanos nuestros  una sensación de desamparo, de bombardeo de sus vidas y de necesidades primarias. No voy a criminalizar a los bancos ni a los políticos corruptos o no. Sólo pretendo reflexionar sobre la economía de guerra en el que esta sumido nuestra nación.


Hoy he vuelto a escuchar que otra persona se ha suicidado porque iba a ser desahuciado de su casa. En la guerra con la crisis, que  ha sido como nuestro Hitler particular, se ha sufrido una invasión de nuestra economía familiar y por tanto de nuestra intimidad. Insisto en que no quiero entrar al trapo de un análisis sobre las causas de la situación a la que nos hemos visto abocado, pero los que aún conservamos nuestro puesto de trabajo y las balas silbantes de la crisis nos rodean como rodean a cualquier mortal medio, podemos permitirnos aún conmovernos con iniciativas tales como las promovidas por ciudadanos que se encuentran en una situación mejor y que están permitiendo el alojamiento en segundas viviendas de su propiedad, a familias que no tienen nada, que fueron desahuciados por el paro y posteriormente por el juzgado de turno y que, con estos gestos de generosidad, pueden confiar en un mañana, sea cual sea éste.

La Guerra de la Crisis, al igual que la Segunda Guerra Mundial, la ganaremos, pero para ello necesitaremos de nuevo a los Aliados, que no serán soldados multinacionales, sino que tendremos que levantarnos nosotros mismos en armas de solidaridad, todos los que aún estamos de pie en el campo de batalla.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Montecassino


La batalla de Montecassino (Italia) tuvo lugar entre el 4 enero y el 19 mayo de 1944.
El pueblo se haya situado en una colina escarpada, la zona más alta esta dominada por un monasterio medieval, hacia la mitad de la colina se hallaba el antiguo castillo, y en la zona baja se hallaba el pueblo y una pequeña vía fluvial.

Tras meses de lucha, las fuerzas aliadas se ven incapaces de atravesar las líneas alemanas fuertemente atrincheradas tras la línea Gustav. Después del infructuoso desembarco en Anzio, que causo casi 34,000 bajas aliadas quedo claro que Montecassino era vital.

El primer ataque propiamente dicho fue llevado a cabo por la 36ª división de infantería estadounidense. Tenia la orden de asegurar la orilla alemana del río, que fue sometida a un intenso bombardeo. Confiados en que las fuerzas alemanas habían sido exterminadas, y sin pararse a comprobarlo comenzaron a preparar las lanchas de asalto, las fuerzas alemanas abrieron fuego, y la 36ª sin siquiera haber empezado a cruzar el río ya había sufrido un 25% de bajas (más de 500 muertos) en cuestión de minutos. Aun así apoyados por un fuego de artillería intenso, consiguen establecer una cabeza de puente. Esa misma noche, las fuerzas estadounidenses encabezan un ataque, que es frenado, y la persecución es tal que se ven obligados a abandonar la orilla capturada esa misma mañana. El comandante en jefe alemán pregunto al capitán a cargo de la defensa si podrían resistir, la respuesta fue la siguiente:

"Los destacamentos de asalto del enemigo que cruzaron el río han sido aniquilados".

El alto mando Aliado, manda otro ataque 4 días después, en un punto similar del río salvo que el bajo nivel del agua permitía el paso de blindados. A la misma vez que 20 tanques Sherman aliados cruzaban el río, los alemanes volaron la presa situada río arriba, quedando estos vehículos atascados, imposibilitando el paso de mas, y causando severas bajas. Aun así, se establece una cabeza de puente. La 34ª blindada encabezó un ataque contra Montecassino, metiéndose de lleno en un campo de minas y quedando casi aniquilada; en cuanto llego al pueblo fue completamente diezmada con un mar de proyectiles anti-taque.

A principios de febrero las fuerzas aliadas consiguen penetrar hasta la base de la abadía, pero un rápido contraataque de granaderos panzer, le obliga a retirarse, de nuevo con severísimas bajas.

Tras meses de combate no quedaba en toda Italia una división americana que no estuviese exhausta, por ello las tropas coloniales francesas reanudaron el ataque. Estos tomaron las zonas colindantes de Montecassino y casi consiguen enlazar con el ejército americano, otra vez el ejercito aliado es frenado. Febrero es lluvioso y frío y ambos bandos están deshechos.

El 11 de febrero la ofensiva francesa es cancelada y por aquel entonces los aliados habían perdido casi 6700 hombres y las bajas alemanas eran mínimas. Para relevar a la cansada 15ª división de granaderos que hasta entonces había resistido heroicamente llega la 1 división de Fallschirmjäger.
Las fuerzas alemanas re-excavan sus defensas, con ordenes expresas de no ocupar el monasterio.
El alto mando aliado, ordena un bombardeo masivo para destruir las posiciones enemigas. El bombardeo que duro semanas, dejó el relieve bastante similar al de la luna. Aun habiendo informado el ejercito alemán de que en el monasterio (edificio que dominaba la colina en la que esta situado Montecassino) solo se refugiaban civiles, el edificio fue bombardeado (arrojaron sobre él 2500 toneladas de bombas) causando una tragedia. Después del bombardeo fue utilizado como parapeto por los alemanes.

Tras el bombardeo le toca el turno al ejército británico. Durante dos días, las fuerzas de la Commonwealth lanzaron furiosos ataques contra el pueblo y aledaños. Las bajas fueron terribles. Aunque la 15ª Panzergrenadier había dejado el listón alto, los paracaidistas alemanes (apodados por sus enemigos diablos verdes, por el color de sus insignias) demostraron que no iban a ceder ni un palmo. Aunque durante el primer día de ataque británico se consiguió capturar la estación de tren de Cassino, fue solo un éxito inicial, ya que al día siguiente la ya conocida 15ª panzer la reconquistó.

A partir del día 18 comienza a nevar y el ataque se detiene.

El día 15 de marzo un estruendoso ataque de artillería aliado, que causo un temblor que pudo sentirse a 10 km a la redonda, despertó a la defensa alemana, fueron arrojadas más de 1200 toneladas de explosivos, muchos murieron, pero el grueso de las fuerzas alemanas sobrevivió en los sótanos y alcantarillas de la ciudad..

¿En que cabeza cabria que hubiese supervivientes?, eso mismo pensó el alto mando aliado, por lo que tras el bombardeo se ordena avanzar a 6 divisiones neozelandesas, que comprobaron atónitos, que los paracaidistas abandonaban sus refugios para repelerles. Una tras otra las divisiones atacantes son rechazadas a lo largo de 9 noches y sus consiguientes días.
Un mes después se lanza una nueva ofensiva, que penetra hasta la colina del castillo, la artillería aliada, disparó como cobertura más de 600,000 obuses. Estos no causaron bajas enemigas, pero si 2000 bajas propias. El día 11 de mayo, tras innumerables ataques se ordena avanzar al ejército polaco, que es repelido como tantos otros. Semanas después un contingente polaco comunica por radio que han conseguido romper las defensas; al cabo de unas horas el mismo operador rectifica:

"No les expulsamos, al parecer por la noche abandonaron el pueblo". Solo quedaron allí, los heridos, muertos y dos médicos militares.
El General Británico Alexander aduló a los paracaidistas alemanes con la siguiente frase: "Es extraordinaria la tenacidad de estos paracaidistas alemanes. Estuvieron sometidos a toda la fuerza aérea del Mediterráneo bajo la mayor concentración de potencia de fuego que se ha visto jamás. Dudo que haya otras tropas en el mundo que hubiesen podido levantarse y seguir luchando con aquella ferocidad". Los alemanes, orgullosos, se habian retirado para evitar ser cercados ante el inminente desmoronamiento de toda la línea Gustav.
Fuente: eloaapaz

viernes, 23 de noviembre de 2012

La perra de Belsen

Irma Ilse Ida Grese nació un 7 de octubre de 1923 en Wrechen, Alemania. En su infancia fue una niña tranquila y algo tímida. Dotada de una gran belleza física, nadie imaginó que, tras aquel rostro angelical, se escondía la semilla de un monstruo cruel y sádico. El monstruo solo necesitaba del escenario adecuado para manifestare: así, a los 19 años fue nombrada supervisora de prisioneros en Auschwitz. La historia nunca olvidará como se reía entregando famélicas judías a los perros hambrientos, como depravadamente disfrutaba de latiguear los senos de las prisioneras “más dotadas” o de apagar vidas a su antojo apretando el gatillo de su pistola. Tras la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, sus crímenes la convirtieron en la mujer más joven en ser enviada a la horca bajo las leyes británicas, siendo ejecutada un 13 de diciembre de 1945 a sus 23 años. Tras su muerte, en su alojamiento se hallaron tres lámparas con las pantallas hechas de piel humana; según se rumorea, de prisioneros despellejados por sus propias manos.
Odiada profundamente por sus víctimas judías, la combinación de su maldad y belleza han hecho que se la recuerde bajo títulos como “El Ángel de Auschwitz”, “El Ángel de la Muerte” o “La Bestia Bella”. También se la ha llamado “La Perra de Belsen”.

.Irma fue hija de un lechero disidente del Partido Nazi y de una mujer llamada Berta. Durante su infancia fue una niña normal; inclusive, según declaraciones de su hermana Helen (efectuadas durante el juicio): “de niña era bastante tímida y en modo alguno violenta. Evitaba los enfrentamientos y, en caso de peleas entre niños, siempre huía”.

El único suceso traumático del que se tiene noticia fue el suicidio de su madre en 1936, cuando Irma era apenas una preadolescente. No se sabe si esto influyó en su indisciplina escolar, pero lo cierto es que a los 15 años abandonó el colegio como consecuencia de su desgano y de los intereses que había empezado a mostrar por integrarse a las juventudes hitlerianas, deseando por ello unirse a la Liga de la Juventud Femenina Alemana, agrupación que su padre desaprobaba.

Lo anterior, junto con lo que queda de relevante antes de su transformación, fue narrado por boca de la propia Irma Grese durante el Juicio de Bergen-Belsen, en el cual los tribunales británicos la juzgaron a ella y a 44 personas más implicadas en la administración del campo de concentración de Bergen-Belsen. Sus palabras fueron: “En 1938 dejé la escuela elemental y durante seis meses estuve empleada como jornalera en una granja. Después, trabajé en una tienda, en Luchen, otros seis meses. Cuando cumplí los 15 conseguí un puesto de limpiadora en un hospital en Hohenlunchen, y allí permanecí dos años. Intenté convertirme en enfermera, pero la Oficina de Trabajo no me lo permitió y me enviaron a una lechería en Fürstenberg. En Julio de 1942 volví a solicitar un puesto de enfermera; pero, a pesar de que protesté contra ello, la Oficina de Trabajo me asignó al campo de Ravensbrück, como parte del cuerpo auxiliar femenino de las SS. Estuve allí hasta marzo de 1943”

Otra versión —que casi seguramente es la verdadera dado que se sabe que Irma mintió en el juicio al negar algunas acusaciones reales— dice que ella, pese a que en realidad sí prefería desempeñarse como enfermera, no estaba inconforme con su puesto en Ravensbruck, apareciéndose campantemente en casa durante un permiso. Al verla en el uniforme de las SS con esa actitud de complacencia, su padre y ella tuvieron una muy acalorada discusión, tras la cual Irma fue expulsada de casa ya que no estaba dispuesta a renunciar a su nazismo.
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En 1943 Irma entró en el Campo de concentración de Auschwitz, como una SS Oberaufseherin (guardia femenina). Con impresionante rapidez, a finales del mismo año fue ascendida a supervisora, llegando a ser la segunda mujer de más alto rango después de María Mandel. Dicen que fue su enorme fanatismo nazi y su considerable sadismo lo que le abrió la puerta a tan veloz ascenso, aunque su belleza estuvo implicada en el asunto, tal y como queda claramente sugerido en el hecho de le gustaba ‹‹compartir su belleza›› con oficiales de alto rango como Joseph Mengele y Josef Kramer, además de otros menos conocidos, desconocidos o no confirmados.

Aproximadamente unas 30000 prisioneras le fueron delegadas en Auschwitz, lo cual representó el terreno ideal para desatar abiertamente sus pulsiones crueles, cosa que Irma no dudó en aprovechar: primero  en Auschwitz, luego en Ravensbruck y finalmente en Bergen Belsen. En aquel recorrido tuvo lugar el proceso psicológico en que Irma fue incrementando sus tendencias oscuras, desembocando ya desde sus primeras etapas en el sadismo exacerbado que la llevaría a la fama y a la horca.
                      
Olga Lengyel fue una de las víctimas que sobrevivió a la crueldad de Irma Grese. Años después del Holocausto, Olga reunió documentación y ordenó recuerdos para escribir Los hornos de Hitler; de allí, como introducción al siniestro perfil de Irma, se pueden citar estas palabras: ‹‹Irma Grese se adelantaba hacía las prisioneras con su andar ondulante y sus caderas en movimiento. Los ojos de las cuarenta mil desventuradas mujeres, mudas e inmóviles, se clavaban en ella. Era de estatura mediana, estaba elegantemente ataviada y tenía el cabello impecablemente arreglado.
El terror mortal inspirado por su presencia la complacía indudablemente y la deleitaba. Porque aquella muchacha de veintidós años carecía en absoluto de entrañas. Con mano segura escogía a sus víctimas, no sólo de entre las sanas, sino de entre las enfermas, débiles e incapacitadas.
Las que, a pesar de su hambre y penalidades, seguían manifestando un poco de su belleza física anterior eran las primeras en ser seleccionadas. Constituían los blancos especiales de la atención de Irma Grese.
Durante las “selecciones”, el “ángel rubio de Belsen”, como más adelante había de llamarla la prensa, manejaba con liberalidad su látigo. Sacudía fustazos adonde se le antojaba, y a nosotras no nos tocaba más que aguantar lo mejor que pudiésemos. Nuestras contorsiones de dolor y la sangre que derramábamos la hacían sonreír››

Las palabras anteriores muestran ya que Irma se fijaba mucho en la belleza de las prisioneras, eligiendo como blanco a las de mejor aspecto. Detrás de eso no estaba la envidia sino una sexualidad retorcida. Testigo de sus sangrientas exquisiteces fue Gisella Pearl, médica de los prisioneros que en el Juicio de Bergen-Belsen declaró: “Grese gustaba de azotar con su fusta en los senos a jóvenes bien dotadas, con el objeto de que las heridas se infectaran. Cuando esto ocurría, yo tenía que ordenar la amputación del pecho, que se realizaba sin anestesia. Entonces ella se excitaba sexualmente con el sufrimiento de la mujer”. Complementariamente, la pervertida Bestia Bella tenía otras costumbres ligadas a su perfil de predadora sexual: 1) tenía una esclava sexual con la cual mantenía un sádico romance lésbico, 2) con relativa frecuencia, mandaba a traer prisioneras de buen aspecto para usarlas sexualmente, uso en el que la tortura y la degradación solían hacerse presentes, 3) se vinculó sexualmente a varios oficiales e incluso parece que a ciertos prisioneros masculinos, por lo cual algunas veces obligó a un médico prisionero húngaro a que le practique abortos, so pena de muerte

Además de sádica sexual, Irma Grese era una auténtica asesina cuya maldad no se frenaba ni con los niños, un ser que en promedio tenía la responsabilidad de unas 30 muertes…La revista digital FDM, en un artículo de Mónica González Álvarez, nos muestra parte de lo dicho en estos términos: ‹‹Otro de sus “modus operandi”, consistía en asesinar a las internas pegándoles un tiro a sangre fría. Los abusos sexuales y las torturas a niños estaban a la orden del día. Irma no conocía ni tenía límites. Su extremada depravación le llevó a pegar sádicas palizas con un látigo trenzado hasta provocar la muerte de las víctimas››. Habría pues que imaginarla con ese instrumento que tanto la enorgullecía, tal y como, luego de su captura, evidenció en un interrogatorio cuando poéticamente dijo que su estimado látigo “era muy ligero, traslúcido como vidrio blanco”. Y es que, siendo como era ella una persona de aspecto impecable que daba gran importancia a la belleza, cabe sospechar que, en su retorcida mente, la naturaleza translúcida de su látigo otorgaba un estimulante aspecto estético a su uso, ya que la sangre de las prisioneras debía de parecerle bastante elegante en su contraste cromático con el aspecto cristalino del látigo; elemento que, al igual que sus botas y su manera de caminar, le brindaban el aspecto de una belleza asesina…
Aunque quizá lo más escalofriante de todo era el placer que se pintaba en la cara de Irma cuando las mordidas de los perros recaían sobre prisioneras judías que, en muchos casos, el hambre prolongada había reducido a puro hueso y pellejo. Luba Triszinska, sobreviviente del Holocausto, afirmó durante el Juicio de Bergen Belsen que Irma: “No daba de comer a los perros, los mantenía enjaulados durante días con el bozal puesto. Cuando una prisionera caía al suelo desfallecida, mandaba a su criada polaca que trajese los perros y los azuzaba, lanzándolos contra aquellas mujeres desnutridas que apenas podían defenderse y que eran despedazadas vivas por los animales”.

El ejercicio era realmente usado como medida disciplinar por los militares alemanes, tal y como se hacía y aún se hace en todo ejército. Sin embargo Irma tomó esto como base para sus excesos inhumanos, ya que a veces obligaba a los internos a hacer flexiones durante “horas”. Mientras, se paseaba con su precioso látigo de celofán, vigilando a los presos para darle un tremendo azote a aquellos que osasen parar, disfrutando así del dolor de unos y el temor de otros.
Finalmente y aunque parezca difícil de darle crédito a la palabra “horas”, Klara Lebowitz, sobreviviente del Holocausto, dijo que: “Grese obligaba a los internos a permanecer en formación, durante horas, sosteniendo grandes piedras sobre sus cabezas”
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Fue en Polonia donde Irma logró localizar a una chica española a la cual, años antes, había conocido en Wrechen, una ciudad alemana ubicada a tan solo 60 kilómetros de Berlín. Irma, que era bisexual, había desarrollado una oscura obsesión erótica (por tanto, más que simplemente ‘sexual’) por la pequeña púber española que, para ese entonces, contaba apenas con 13 años. 

La chica española (su identidad real se desconoce) había tenido el infortunio de que su padre, que ostentaba un cargo importante en el gobierno de Primo de Rivera pero vivía en Alemania, se había tenido que regresar a España durante la Guerra Civil Española, dejando a su hija en Polonia. En qué circunstancias específicas la dejó, es algo que no se encuentra en las fuentes de internet; ya que, prácticamente todo lo que en el ciberespacio se ha dicho sobre el tema, ha estado ligado a la publicación de La Bella Bestia, un libro en el que Alberto Vázquez-Figueroa narra la historia de la esclava sexual de Irma Grese, esclava cuya identidad nunca proporcionó pues, la información que ella le dio al escritor, pedía a cambio el que sus nombres y apellidos nunca se revelen y el que todo aquello se publique solo tras la muerte de ella[1]. El hecho es que las circunstancias de la chica, conjugadas con el poder de Irma, fueron suficientes para que ella la convierta en su “criada”, título este que ocultaba su rol de esclava doméstica y sexual, estando lo segundo en el contexto de las tendencias sádicas de Irma y habiendo sido, por parte de la chica española, vivido como una violación a sus 13 años y como una explotación en el tiempo que siguió.

Grese tuvo a la “callada joven de ojos oscuros” durante mucho tiempo, haciéndola pasar como polaca y llevándola a donde fuese: en el campo de concentración de Ravensbruck, la tuvo dentro de su propia casa; en Auschwitz, dentro de una buhardilla cercana a la casa en que ella habitaba; en Bergen Belsen, en una casa cercana al campo.

El 17 de septiembre de 1945 comienza, en Lüneburg, el juicio de Bergen-Belsen, dirigido contra el comandante Josef Kramer y otros 44 implicados en la administración de los campos de concentración de Bergen-Belsen. A pesar de ocupar el noveno lugar en la lista de acusados, Irma resulta llamativa y se convierte en la estrella del proceso, adquiriendo allí su sobrenombre de “La Rosa de Auschwitz”. Durante el juicio, los niños corean su nombre cada día.

Sabe que va a ser condenada a muerte, que entre los llamados a dar testimonio hay prisioneras judías que le guardan un profundo y natural rencor. Estando en sus últimos días, opta por el cinismo, la provocación y la arrogancia. Se muestra indiferente y despreciativa con el tribunal, es lacónica: “no”, “sí”, “no sé”, “nunca vi nada de eso”; insolente en ocasiones: “Yo debería saber mejor que usted si tenía o no tenía un perro, ¿no le parece?”, “Me gustaría que dejara usted de repetir la palabra ‘regularmente’”; tiende a negar algunas acusaciones al punto del cinismo sarcástico: “Yo soy incapaz de hacer planes. Nunca hice ningún plan para matar prisioneros”.

Los testimonios contra ella incluyen cosas terribles, las identidades de quienes emitieron los testimonios están en el paréntesis del final en cada caso numerado:
1. Hacer que los perros devoren a prisioneras desnutridas y/o cansadas (Luba Triszinska)
2. Azotar los senos de las prisioneras “bien dotadas” para que se les infecten las heridas y ella se excite en la operación de extirpación sin anestesia (Gisella Pearl)
3. Tener aventuras bisexuales y, en los últimos tiempos, varios romances lésbicos con internas (Isabella Leittner y Olga Lengyel)
4. Obligar a los internos a hacer flexiones por horas, latigueando al que paraba (Helene Klein)
5. Golpear a los internos (Gitla Dunkleman y Dora Szafran)
6. Poner en formación por horas a los internos, portando piedras pesadas en sus cabezas (Klara Lebowitz)
7. Ser una de las personas responsables, en Auschwitz, de seleccionar presos para las cámaras de gas (Gertrude Diament y Ilona  Stein)
8. Haber sido responsable, durante su estancia en el Comando de Castigo, de al menos 30 muertes diarias (Helene Kopper)

Sin embargo Irma Grese no aceptó todos los cargos que se formularon en su contra: negó haber usado perros contra las prisioneras, haber disparado a sangre fría a las internas, haber azotado senos con su látigo, entre otras cosas. Solamente aceptó haber golpeado a las prisioneras pero con las manos y “por alguna buena razón”, haber presenciado selecciones para las cámaras de gas, haber empleado el látigo para poner y mantener el orden en las formaciones y haber sometido a los internos a sesiones deportivas como una forma de castigo. Con todo, los testimonios y las evidencias bastaron para formular cargos suficientes como para justificar la sentencia de muerte en la horca. Entretanto la prensa sensacionalista se había encargado de causar revuelo en torno a su figura, dando como resultado el que, cuando murió, ya era famosa.

En la actualidad sigue ocupando un sitio importante entre la lista de las mujeres más malvadas de la historia, apareciendo en algunos portales de la web como casi igual de malvada que Elizabeth Bathory (la condesa que se bañaba en sangre de vírgenes) o incluso, para unos cuantos, aún más malvada. Por último, se sabe que, ella y otras nazis como Ilse Koch, están ligadas al origen de la dominatrix nazi, un ícono de la cultura sadomasoquista.

Fuente: Asesinos en serie.com

lunes, 19 de noviembre de 2012

Afrika Korps



En junio de 1942 Erwin Rommel , general del Afrika Korps, obligó a retroceder al VIII Ejército británico hasta El-Alamein, aproximadamente a 100 km de Alejandría, , tras haber hecho seis mil prisioneros aliados.

 Tobruk, en poder de las tropas británicas y de la Commonwealth desde 1941, sucumbió ante el Eje el 20 de junio. Benito Mussolini consideró que Egipto no tardaría en ser ocupada por el Eje y se dispuso a entrar en El Cairo como un conquistador. No obstante, el VIII Ejército, al mando del cual estaba el general sir Claude Auchinleck, consiguió detener el avance enemigo en El-Alamein en el mes de julio. Después de una primera derrota de los italianos en 1940, los esfuerzos militares de los británicos en la guerra del Desierto habían sido de escasa relevancia: sus tropas habían quedado completamente abrumadas ante la superioridad de las tácticas militares enemigas, la valía de sus generales y los tanques acorazados de los alemanes. Los carros de combate Crusader de los británicos no podían disparar tanto como los que poseían los alemanes y eran defectuosos; mientras que las armas antiaéreas de 88 mm de los alemanes, empleadas para repeler los ataques de los tanques, no encontraron parangón en la artillería antitanque británica. Los cazas británicos fueron inferiores a los del ejército alemán hasta el otoño de 1942. Las tropas británicas sólo contaban con un elemento a su favor en 1942: su habilidad para descodificar las transmisiones del ejército y las fuerzas navales italianas y  los códigos militares alemanes. Este hecho proporcionaba una ventaja crucial sobre el enemigo desde el punto de vista de la inteligencia militar. Esta información, así como la conservación de Malta, les permitieron hundir los convoyes italianos enviados al norte de África; además, la destrucción simultánea de la armada del Eje casi en su totalidad en la zona del Mediterráneo hizo posible el envío de equipo vital al VIII Ejército.



Winston Churchill sustituyó a Auchinleck por el general sir Bernard Montgomery en el mando del VIII Ejército a finales de agosto. Este experimentado militar no tardó en volver a infundir moral a las tropas, que se encontraban un tanto decaídas como resultado de las derrotas. Era asimismo muy previsor y se preocupó de establecer una arrolladora superioridad sobre las potencias del Eje en términos de recursos humanos, tanques, artillería y aviación, antes de iniciar su ofensiva. Ésta fue una precaución muy acertada, dado que las fuerzas de Rommel se hallaban atrincheradas en un complejo sistema de fortificaciones protegidas por campos de minas. El plan de Montgomery se basaba en la infantería, apoyada de cerca por las defensas aéreas y terrestres, y consistía en asaltar el frente alemán y despejar el camino para que los tanques pudieran destruir a las fuerzas que se refugiaban en las trincheras. El desarrollo de esta acción requería una concienzuda preparación y entrenamiento.

La segunda batalla de El-Alamein (al-Alamayn) comenzó el 23 de octubre de 1942. Tras una aplastante guerra de agotamiento, Rommel ordenó a sus fuerzas, dispersas y agotadas, retirarse el 4 de noviembre. Se replegaron 2.400 km hacia el interior de Túnez. Los ejércitos del Eje perdieron 2.300 hombres y 28.000 soldados fueron hechos prisioneros. Mientras tanto, las fuerzas anglo-americanas llegaban a la zona francesa del norte de África el 7 de noviembre de 1942. Los Afrika Korps no fueron aniquilados gracias al cauteloso avance de Montgomery a través de Libia, una estrategia motivada en parte por su temor a que los alemanes contraatacaran a las fuerzas británicas de las primeras posiciones. Ésta fue la primera victoria terrestre sobre el ejército alemán durante la II Guerra Mundial y ocasionó en la primavera de 1943 la destrucción de las fuerzas alemanas en Túnez a manos de los aliados.

Fuente: segunda guerra mundial

jueves, 15 de noviembre de 2012

El váter de Hitler.



Hace dos años, mi socio en el blog y sin embargo amigo, escribió un post referente a los sindicatos durante el Tercer Reich. Os dejo aquí el enlace. Lo hacía recordando la entonces reciente huelga general que acaba de tener lugar; Zapatero todavía no vigilaba el estado de las nubes, sino que dormía y presidía la ruina española.

Hoy podemos comprobar que desde esa entrada de Luis Guerra ha habido dos huelgas generales más. Dos más contra Rajoy con un intervalo de siete meses. Parece que el seguimiento ha sido menor en esta última, que los índices de consumo eléctricos han sido superiores y por tanto el paro, que no el desempleo, en los llamados centros de trabajo ha disminuido.

Todo esto me lleva a pensar si son los sindicatos una organización llamada a reconvertirse, tal como lo hicieron algunos sectores industriales en España durante los años setenta y ochenta. Creo, siempre según mi opinión, que se han quedado anclados en el lenguaje de décadas atrás, pero que sus dirigentes y liberados funcionan como empresarios subvencionados de hoy. Que son menos honrados y que la falta de ética la suplen con las palabras de siempre. Debería ser analizado el papel de los sindicatos en España.

El Tercer Reich, basicamente los prohíbió y obligó a la afiliación al DAF, los salarios controlados por el Estado y confiscados las posesiones de éstos. Hitler pensó que promover las libertades entre los trabajadores, mejorando la representatividad mediantes elementos sindicados iría en perjuicio de los objetivos de produccíón bélica o de consumo. Sin embargo, el régimen seguía estimulando la propiedad privada, un hecho no raro en regímenes autoritarios, Franco también lo hizo. Se privatizarón empresas que había sido nacionalizadas por la República de Weimar detalle de corte liberal.

Controló a los bancos y redujo la cantidad de entidades. En nuestro actual España no nos hubiera venido mal hacer algo así con nuestras cajas de ahorros. Además por otro lado, redujo el número de grupos empresariales, detalle  no muy liberal en esta ocasión.

En definitiva, utilizó medidas de varios sistemas económicos para hacer un batiburrillo entre lo liberal y lo dictatorial, pasando por el comunismo pero que le salió -sin obviar su desprecio por la democracia y los derechos humanos que conocemos hoy - bien en cuanto a los económico. Levantó un país desde una crisis a ras de suelo, y hecho esto,  tiró de la cadena de la cisterna del váter de la Segunda Guerra Mundial y  la riada se llevó a Alemania hasta las profundidades del alcantarillado europeo. Curioso y no menos  sorprendente.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Los rusos en manos del Tercer Reich


El 22 de junio de 1941 Alemania invadió la Unión Soviética con tres millones de soldados alemanes, reforzados por tropas finlandesas, rumanas, húngaras, italianas, eslovacas, y croatas. En unas pocas semanas, las divisiones alemanas conquistaron las republicas de Latvia, Lituania, y Estonia. En septiembre los alemanes sitiaron Sebastopol y Leningrado, y hacia fines de octubre cayeron las ciudades de Minsk, Smolensk, Kiev, Odessa y Kharkov. Millones de soldados soviéticos fueron rodeados, aislados de provisiones y refuerzos, y forzados a capitular.
Para la Alemania nazi este ataque no era una operación militar cualquiera. La guerra contra la Unión Soviética era una guerra de aniquilación entre el fascismo alemán y el comunismo soviético; una guerra racial entre los "arios" alemanes y los "infrahumanos" judíos y eslavos. Desde el principio esta guerra de aniquilación contra la Unión Soviética preveía asesinar los prisioneros de guerra en gran escala. Las autoridades alemanas veían a los prisioneros soviéticos como una amenaza particular, y los consideraban no solamente infrahumanos eslavos sino también como parte del "peligro comunista," que estaba conectado, en la mente de los alemanes, a una conspiración judía.

El tratamiento brutal dado a los prisioneros de guerra soviéticos violaba todas las normas de la guerra. Según algunas fuentes, alrededor de 5,7 millones de soldados soviéticos cayeron en manos alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. Según el comando del ejército alemán, en enero de 1945 sólo alrededor de 930.000 prisioneros de guerra soviéticos quedaban en manos alemanas. El ejército alemán utilizó alrededor de un millón de prisioneros de guerra soviéticos como auxiliares del ejército alemán y de las SS. Aproximadamente medio millón de prisioneros de guerra soviéticos habían escapado de la custodia alemana o habían sido liberados por el ejército soviético mientras éste avanzaba hacia Alemania por la Europa oriental. Al fin de la guerra, los restantes 3,3 millones, o aproximadamente 57 por ciento de los prisioneros, estaban muertos. Después de los judíos, los prisioneros de guerra soviéticos fueron el grupo más grande de victimas de la política racial nazi.
Este número de victimas no fué ni un accidente ni un resultado automático de la guerra. Fué la política premeditada del estado nazi. El tratamiento dado por los alemanes a los prisioneros de guerra soviéticos fué dramáticamente diferente del dado a los prisioneros de guerra de Gran Bretaña y los Estados Unidos, países que los nazis veían como racialmente iguales. De los 231.000 prisioneros británicos y estadounidenses encarcelados por los alemanes durante la guerra, solamente 8.300 -- 3,6 por ciento -- murieron en manos de los alemanes

jueves, 8 de noviembre de 2012

¿El nazi bueno o el buen nazi? II

Escribiendo su defensa para su  jucio, en Nüremberg
Prosigo con  mis impresiones sobre el libro de memorias escrito por el propio Albert Speer al salir de Spandau.

La buena imagen mediática que tuvo tras salir de la cárcel se vio empañada cuando en 2005 -Speer, ya fallecido- el periódico The Daily Telegraph informó de la existencia de unos documentos en el que el ministro autorizaba el envío de material a Auschwitz. La biógrafa Gitta Sereny, recientemente fallecida, mantuvo que Speer, debido a su enorme carga de trabajo no pudo estar al tanto de la actividad realizada en el campo polaco.

 Cuenta Speer, que un jefe regional de la Baja Silesia (Karl Hanke) le dijo en el verano de 1944 que no aceptara nunca visitar un campo de concentración de la Alta Silesia (Auschwitz, probablemente); nunca, bajo ningún concepto, ya que había visto allí cosas que no le estaba permitido describir y que tampoco podría hacerlo aún queriendo. Speer no le hizo ninguna pregunta ni posteriormente investigó nada al respecto, ni preguntó ni a Himmler ni a Hitler. No quería saber nada de lo que estaba ocurriendo allí, escribe. A partir de ese momento, ya en reflexiones hechas durante los juicios de Nuremberg, él se consideraba responsable del holocausto, pues si no supo fue porque no quiso saber, porque le era más cómodo no tener ninguna carga de consciencia.

Speer es un enigma encerrado en un misterio y escondido en un laberinto. No se si alguna vez se podrá demostrar con toda seguridad que estuvo al tanto de los crímenes cometidos en relación al Holocausto. Escribió un tercer libro, Infiltration: How Heinrich Himmler Schemed to Build an SS Industrial Empire en el que se hace preguntas sin respuestas sobre su hipotética actuación si Hitler le hubiese pedido cometer crímenes. De momento es un personaje apasionante que pasa por un nazi bueno para algunos y un buen nazi para otros.

Tumba de Speer en Heidelberg.

Toda la obra está escrita con una aparente sinceridad, provocando una empatía al lector de la que es difícil zafarse. A pesar de las pruebas en su contra- no se si creerlas-, opino que nunca sabremos si Speer era conocedor de los crímenes cometidos en los campos de exterminio y que él decía que pensaba que eran de trabajo. La justicia los juzgó y lo condenó a 20 años, la Historia lo hace todos los días, quizás se lo merezca por iluso o...¿posiblemente por listo?

Speer en una foto autografiada.

Murió el 1 de septiembre de 1981 -dicen que en brazos femeninos- durante una estancia en Londres para participar en un programa de televisión. 42 años justos después del inicio de la Segunda Guerra Mundial.

jueves, 1 de noviembre de 2012

¿El nazi bueno o el buen nazi? I

En los Juicios de Nüremberg.

Tras este título confuso, lo que quiero dejar claro es que me sumo a la legión de los dudosos sobre la verdad acerca del arquitecto de Hitler. Sigo leyendo las memorias de Speer, escritas después de su salida de Spandau. El ministro que tanto ayudó al régimen nazi a mantener en la cancha a Hitler en los distintos escenarios de guerra, no renuncia a nada de lo que hizo, excepto en su insistencia en declarar que no sabía nada del Holocausto, a pesar de los planos que diseñara para la ampliación del complejo de Auchwitz. Poco creíble en general,  pero no ceja en su intento de hacer comprender al lector, su decepción respecto a Hitler, sobre todo, debido a los disparates en cuestiones de gobernabilidad de las tropas. Deja patente las luchas internas entre los mandamases nazis, la manipulación de Martin Bormann, la vagancia de Goering, la ineptitud del suertudo Himmler, la mirada hacia otro lado de muchos generales en relación con las directrices del Führer y el poder obstaculizador de los jefes regionales del partido para mantener sus niveles de vida. A todo esto, podríamos añadir el equilibrio sorprendente de Goebbel, al decir hoy digo y mañana diego y Speer, enfrentándose a todos ellos -según él- para lograr que su negociado fuese cada vez más grande para evitar que todo el castillo de naipes hitleriano se cayese.

Recibiendo un galardón de las manos del propio Hitler.
No pretendo con esta entrada hacer una reseña formal del libro -insisto en que todavía no lo he terminado de leer- pero sí dejar por escrito algunas impresiones que me rondan por la cabeza. En la obra aparece como un burócrata que permanece aparte durante su época de arquitecto para más tarde lidiar con la alta esfera de políticos y militares nazis, además de tener sus años de gloria en el llamado círculo íntimo de Hitler, ése que se reunía a la hora de té y a oír las grandes divagaciones del dictador en sus horas de descanso. Muchas comidas y cenas junto a Hitler y sus allegados, hacen que su testimonio sea de mucho interés para historiadores y aficionados a este periodo histórico.

Speer y Hitler inspeccionan el enorme cañón Gustav.

Hay momentos en el que baja la intensidad -es una opinión mía, como todo lo que escribo-, cuando describe las múltiples obras de las que se hace cargo y otros apasionantes, como cuando relata su vida como Ministro de Armamento, su visión personal de aquellos años y su auge y caída frente a Hitler. Acumuló en un momento dado un gran poder, se hizo cargo de la Organización Todt (OT) y tuvo todo el control de la economía de guerra. Todo ello hace suponer que tenía el conocimiento de la puesta en marcha de la Solución Final aunque él lo negara. Se escuda en que incluso mejoró las condiciones de vida de algún campo, como el denominado Mittelbau-Dora. La utilización de obreros-esclavos procedentes de la OT, fue otro ariete utilizado por sus detractores.

Speer en su celda de Spandau.
Según he leído, al salir de la prisión de Spandau, se tuvo que justificar ante  la sociedad de su tiempo y esa fue la razón de la escritura de sus memorias -ya había escrito otro titulado Diario de Spandau- pero también había que comer de algo y este texto se vendió como rosquillas y fue entrevistado por las televisiones y revistas hasta hacerlo rico.

Durante todo el texto se va planteando distintas cuestiones sobre los años de guerra y sus responsabilidades. No huye de su condición de nazi crédulo y expone a toro pasado como se debió de hacer las cosas para haber podido ganar la guerra. Tiene un alto concepto de si mismo -hecho que no critico- y habla sobre la indefensión que sufrió por la incompetencia de altos dirigentes y del metomentodo de Hitler.

El libro se va volviendo cada vez más crítico con el dictador y Speer insiste en la idea de la decepción, la mala formación de los altos mando políticos y el caos reinante  provocado por las luchas intestinas.
La próxima semana  finiquitaré esta entrada con una segunda parte sobre el arquitecto de Hitler.