A veces te encuentras con textos que merecen la pena hacerselos llegar a otros para darlo a conocer. Esto mismo me ha ocurrido.
La historia de una mujer llamada Yekaterina Petliuk habla de momentos que seguramente no fueron singulares sino que pudieron tener otros nombres como protagonistas. Héroes que hacen que la Segunda Guerra Mundial siga mereciendo la pena, como hecho histórico y político pero también desde el punto de vista de la pequeñas historias humanas.
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Yekaterina Petliuk, que en el frente era apodada "La Chica Temible", fue tanquista y luego piloto de caza. Durante la 2ª Guerra Mundial fue la mejor piloto soviética de toda la guerra con el récord de derribos de stukas, messerschmitt.. Le fue concedida la máxima condecoración militar: La orden de la heroina de la URSS.
"Esta mujer excepcional, chófer mecánico de tanque Ekaterina Petliuk, en el frente era apodada la chica temible.
El Mariscal de la URSS Yakubovski, explicará tal apodo en sus Memorias señalando que: Por los disparos de su tanque encontraron la muerte vacías decenas de nazis. La fama bélica de la valiente Katya Petliuk resonó en la batalla de Stalingrado, junto a las riberas del Dnieper, junto a los muros de Kiev, Zhitomir y de otras ciudades.
Empero, ella soñaba con ser aviadora:
- ¿Ekaterina Petliuk? Su salud es envidiable –le dijeron los de la comisión médica. Pero, solo que la estatura, de un metro 51 centímetros no la acompaña para la Escuela Aérea.
El pitazo de la fábrica anuncia el término del turno y minutos después parte ya corriendo Katya Petliuk hasta el Club aéreo de Kirovograd, donde está aprendiendo a volar. El instructor suele decirle:
-Excelente chica, vas a ser una buena instructora...
No sería malo que por lo menos fuese instructora, pero...
Aquel domingo por la mañana Katya se había despertado temprano y seguía acostada con los ojos cerrados. Se sentía feliz, ya que por fin se había cristalizado su sueño: era ya instructora. Mañana emprenderá el vuelo con el primer alumno.
De pronto irrumpe el padre en el dormitorio.
-Levántate Katia que estalló la guerra...
En el comisariado militar no pudieron negarse ante la petición que con tenacidad planteaba la joven. Y Katya Petliuk fue asignada al ejército para cumplir tareas de plegadora de paracaídas.
Nuestras tropas estaban retrocediendo, y cada kilómetro de suelo natal entregado pesaba sobremanera sobre el corazón. Y esos kilómetros eran tantos...
Al frente, al frente, era el clamor, a combatir a los fascistas, y vengarse por las aldeas incendiadas, por la sangre y las lágrimas de los soviéticos.
Katlia fue la primera en presentarse ante la comisión que seleccionaba voluntarios para la escuela de tanquistas. Allí también prestaron atención a su contextura. “Se ve muy frágil mientras que el tanque necesita de fuerza para conducirlo. Los escépticos no podían suponer cuánta era la fuerza de aquella joven...
A fines de 1942, la columna de tanques partió desde la factoría misma hasta el frente. Ante las palancas de uno de esos vehículos iba sentada la sargento mayor de la Brigada de Tanques 56, Ekaterina Petliuk. Combates cruentos y encarnizados se libraban al noroeste de Stalingrado, pues el enemigo pugnaba por llegar al Volga.
Para dirigir a los tanques en el combate, cada vehículo para mayor comodidad tenía su nombre. Los tanquistas elegían por lo general nombres altisonantes: Águila, Halcón, Temible, Gloria. El tanque que conducía Katya Petliuk tenía también su nombre.
Los que vieron un viejo documental soviético, una crónica de la batalla de Stalingrado, recuerdan con toda seguridad el episodio en que se muestra la captura de los cabecillas de una agrupación fascista. Con la cabeza inclinada van saliendo dese el sótano de una tienda el Mariscal de Campo Paulas y los oficiales de su Estado Mayor. Y a un lado, en la plaza, se encontraba una columna de tanques. Entre los tanques pesados había uno de tipo ligero, un T-60, en cuya torreta se leía el nombre: Maliutka, o sea, pequeña. Ese era el tanque de Ekaterina Petliuk, quien mas tarde contará que:
En Stalingrado, en la torreta de mi tanque estaba escrito un nombre, Maliutka. Personalmente no ponía muchas objeciones debido a que era en realidad, Maliutka, pequeño, con siete toneladas y media de peso y en nada se distinguía de los otros tanques. Ese nombre tierno no me enfadaba, sino por el contrario.
La inscripción fue hecha en la fábrica. Ni los tanquistas ni Katya sabía entonces por qué se había bautizado el tanque con ese nombre. Y solo 37 años mas tarde fue relatada la sorprendente historia de Maliutka por el perióico Pionerskaya Pravda. En el despacho titulado, El tanque de Ada Zanieguina, se citaba el texto de una carta, impresa en un día invernal del primer año de la guerra en el periódico Omskaya Pravda: Yo, Ada Zanieguina, tengo seis años. Hitler me echó de la ciudad de Sichecvka, de la región de Smoleinsk. Quiero volver a casa, pero sé que es necesario derrotar a Hitler para que podamos regresar entonces a casa. He juntado 125 rublos y 25 kopecs para juguetes, pero ahora los entrego para un tanque. Querido director: Escribe en un periódico a todos los niños para que ellos entreguen también su dinero para un tanque. Y lo llamaremos Maliutka. Cuando nuestro tanque acabe con Hitler volveremos a casa. Ada.
A continuación de la carta de Ada, en las páginas de Omskaya Pravda fue publicada la carta de Alik Solosov, de seis años: Quiero regresar a Kiev, y del dinero juntado para botas entrego 135 rublos y 56 kópecs para la construcción del tanque Maliutka... Los dirigentes urbanos de Omsk enviaron un telegrama al Comandante en Jefe Supremo: Los escolares, en su deseo por ayudar al heroico Ejército Rojo a derrotar definitivamente al enemigo, entregan el dinero reunido por ellos para juguetes y muñecas para la construcción de un tanque, y piden que le den el nombre de Maliutka...
Con el sello de Telegrama Superior del Gobierno, llegó uno del Kremlin con el siguiente texto: Ruego transmitir a los niños de la ciudad de Omsk, que han juntado 160.886 rublos para la construcción del tanque Maliutka, mi saludo cordial y la gratitud del Ejército Rojo. Stalin.
Y el tanque Maliutka fue construido, y en la factoría fue entregado a Ekaterina Petliuk, quien entonces no conocía la historia de su tanque.
Por la noche, al amparo de la oscuridad, los tanques salieron a la posición de partida. Ekaterina Petliuk recuerda que:
El 27 de enero de 1943 entramos combatiendo en la localidad de Voroshilov, eso ya en Stalingrado. Entonces estrechamos más el anillo del 6º Ejército fascista de Paulus. Los combates eran enconados, implacables, redoblados por el frío del invierno. El frío me calaba todo el cuerpo llegando a pensar a veces que nunca entraría en calor. Observaba los tanques del enemigo. El campo de batalla y de dónde nos disparaban. Mi jefe era entonces el sargento mayor Zitovich. Hacía un día ya que estábamos en combate y nuestro tanque comenzó a ser atacado por cañones. El tanque dio un giro brusco por una ola expansiva, el vehículo se remeció, yo quedé sorda, y tras recuperarme, al abrir los ojos noté de inmediato el nuevo destello del cañonazo:
-Ajá, de allí disparas bandido... Informé al jefe del carro las coordenadas y dos proyectiles hicieron añicos el cañón enemigo. Día tras día y noche tras noche los tanquistas avanzábamos hacia el occidente.
En el pecho de la sargento mayor de la guardia Ekaterina Petliuk brillaban ya las medallas de la Estrella Roja y de la Gran Guerra Patriótica de segundo grado. La primera, por los combates en las riberas del Volga, y la segunda, por la batalla de Kursk. Pero Katya se despidió de su carro en la ribera del Dnieper. El paso de esa artería fluvial estaba fijado para la medianoche. Los tanquistas se habían camuflado en un bosque pequeño. Cansados, exhaustos a causa de los encarnizados combate se quedaron dormidos sobre el pasto, junto al carro. Solo Katya no podía conciliar el sueño. Acostada con los ojos abiertos escuchaba el ruido del agua. No lamentaba que no pudiera combatir en los cielos, pues en la tierra había encontrado un lugar en la batalla.
Finalmente quedó dormida pero por poco tiempo, pues la despertó el capital del tanque. Los tanquistas habían echado a andar ya los motores y había comenzado el cruce del río. El Dnieper había quedado ya atrás pero en las afueras de la aldea de Zarubenzi los fascistas descargaron todo el fuego de su artillería. Un proyectil termita impacto sobre la coraza del tanque y Katya alcanzó a abandonarlo de un salto. Pero no lejos estalló una mina y Katya, con la explosión ensordecedora no sintió siquiera las esquirlas que se insertaban en su cuerpo. Gravemente herida fue enviada a la retaguardia.
Después del hospital, Katya Petliuk, Maliutka, retornará al frente, a seguir vengándose por la sangre y las lágrimas de su pueblo..."
Fuente: masionvalachi
3 comentarios:
Siempre me ha parecido interesante la participación activa de la mujer en la Segunda Guerra Mundial y como fue más notable en la Unión Soviética que en cualquier otra parte. De todas formas, mi corazón pertenece a la guapísima francotiradora Roza Shanina:
http://www.flickr.com/photos/36919288@N08/4496480452/
http://rozashanina.com/
Siempre me ha parecido interesante la participación activa de la mujer en la Segunda Guerra Mundial y como fue más notable en la Unión Soviética que en cualquier otra parte. De todas formas, mi corazón pertenece a la guapísima francotiradora Roza Shanina:
http://www.flickr.com/photos/36919288@N08/4496480452/
http://rozashanina.com/
Una historia de superación, lástima que no llegara a combatir en el aire.
A propósito: http://blogs.elpais.com/el-correo-del-zar/2012/03/algo-pasa-con-heydrich.html
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