Durante los años que los trabajadores españoles estuvieron integrados en el tejido industrial alemán, hubo un factor que preocupó enormemente a los empresarios. Éste fue el absentismo que tuvo un especial protagonismo. Estas quejas se vieron respaldadas por los informes de los inspectores y enlaces sindicales españoles. Sirva como muestra el informe que redactó un inspector español después de haber visitado las instalaciones de la siderúrgica Röchling, en el Sarre, donde observó:
La deficiente conducta de muchos trabajadores, sobre todo solteros y jóvenes, que faltan 10 ó 12 días al mes sin justificación de ninguna clase. En otro informe en relación con la empresa IG Farbenindstriae, se afirma que: El comportamiento de un tanto por ciento de estos productores es deplorable, hasta constituir la vergüenza de los interrogados, la mayoría de los cuales se dedican a jugar, pedir, negociar ocultamente, etc. También es cierto que hubo casos en el que los compromisos de las empresas no se cumplieron promoviendo las protestas de los trabajadores.
Una de las cosas que provocaron el descontento de los españoles fue la comida y el hecho de estar básicamente constituida por patata. Incluso en el caso de tener en la plantilla un cocinero español, los trabajadores argumentaban que los insuficientes ingredientes disponibles impedían la elaboración de comidas al gusto español.
Aunque la economía alemana se hallaba muy controlada y dirigida por el Estado, la necesidad por parte de las empresas de alcanzar las cuotas de producción fijadas por el régimen y la apremiante falta de mano de obra creaba para los extranjeros un mercado laboral que ofrecía mucha libertad. Estaban libres de la obligación de llevar la llamada Cartilla del Trabajo, un documento que habiendo sido introducido a principios de la dictadura nazi, regía desde entonces la vida laboral de los obreros alemanes. En esta cartilla se relacionaba las distintas empresas en la que el trabajador había prestado sus servicios. A ese documento equivaldría la actual Vida Laboral que expide la Seguridad Social.
Una de las principales medidas diseñadas para impedir que los obreros, abandonando sus obligaciones contractuales, pasasen a empleos mejor remunerados o aumentasen sus ingresos mediantes actividades extralegales, como el mercado negro, o claramente criminales, fue proclamada por el gobierno español en noviembre de 1943:
Se estipuló que bajo ningún concepto se admitirá por el Instituto Nacional de Moneda Extranjera giros mensuales superiores a 300 marcos.
La citada medida constituía una prueba irrebatible de que muchos trabajadores españoles se las arreglaban de alguna forma para conseguir ingresos adicionales sustanciosos. El siguiente testimonio parece probar que las remesas no llegaron a adquirir ese carácter masivo que se había esperado al concluir el convenio con Alemania:
Frecuentemente, de grupos cinco o seis trabajadores, que han sido interrogados sobre este extremo, únicamente uno o dos han manisfestado haber enviado a sus familiares ciertas cantidades con cargo a su salario.
Como motivo de esta conducta, el mismo testimonio apuntaba:
que son muchos los que destinan el producto de su trabajo a satisfacer no ya sus necesidades, sino caprichos de tipo privado o privadísimo, dejando incumplidas manifiestas obligaciones morales familiares, que debieran ser ineludibles.
Uno de los elementos que ayudaban a crear el espacio donde podía desarrollarse esta relativa libertad fue el hecho de que muchos de los españoles no trabajaban en grandes empresas y que estaban desprovistas de los habituales servicios de vigilancias. Desde mediados de 1944, para mandar una carta a casa, los obreros necesitaban una tarjeta de control, que una vez rellenada con sus datos personales y con la indicación del idioma utilizado, debían entregar junto con la carta a enviar en la ventanilla de correos. Sólo tenían derecho a dos tarjetas por mes. Se prohibía a los obreros de permiso que iban a sus ciudades de origen, que llevasen cartas de otros trabajadores para sus familiares o amigos, siendo este hecho punible.
En la entrada del próximo jueves, describiremos la fase final de los trabajadores españoles por tierra germana.
7 comentarios:
En cuanto a lo del absentismo, "de raza le viene al galgo"
Un saludo a todos.
Pues sí, parece que la cosa viene de lejos...
Saludos desde el sur.
Hoy Hitler hubiera cumplido 123 años, si hubiera llegado a ser tan longevo, claro está.XD
Saludos desde el sur.
Y bien cumplidos esos 123 años. Como vemos hasta sus oponentes le recuerdan.
Pues menos mal que no los cumplió... Muy buena entrada, Mario.
buen articulo,he empezado a seguir vuestro blog y el de jesus hernández.
Un saludo
¡Bienvenido Fernando!
Me alegro que te gustara, Ludovica.
Saludos desde el sur.
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