viernes, 9 de septiembre de 2011

Viaje a Normandía, 5ª parte.

 Continuamos acompañando a Humberto en nuestra visita a los escenarios del Dia-D. Omaha Beach siempre ha sido la más tristes de las playas.
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Sangrienta Omaha.

Hoy nos trasladamos al punto donde los alemanes opusieron más resistencia.

Sólo en esta playa, las tropas norteamericanas sufrieron 1500 muertos el mismo día D.

Pero, ¿Que se esperaba de ellas? Su misión era la toma de tres pueblos de la costa: Colleville-sur-Mer, Saint-Laurent-sur-Mer y Vierville-sur-Mer y luego seguir hacia el interior sobrepasando la carretera París-Cherburgo y teniendo como objetivo final la localidad de Trèvières.

Para el cumplimiento de esta misión fueron designadas las Divisiones norteamericanas 1ª (la famosa “Big Red One”) y 29º.

Es difícil explicar las sensaciones que deja el lugar. Para captar todo lo que transmite su atmósfera, hay que estar allí. No queda otra.





Lo normal es encontrar flores al pie de los monumentos.
En el mismo Saint-Laurent-sur-Mer y a escasos metros de la playa, se encuentra el Musée Mémorial d'Omaha Beach.  http://www.musee-memorial-omaha.com/
Tras pasear por la playa, decidí acercarme al cementerio norteamericano de Colleville-sur-Mer. Y allí ocurre lo mismo que en la playa. Hay que estar allí. Ni las fotos, ni las explicaciones que os pueda dar os calará de la misma forma.

El cementerio está al lado del pueblo y se encuentra en alto, dominando playa Omaha. Es decir, desde el mismo cementerio vemos la playa donde tantos dejaron sus vidas y los cuales muchos de ellos, se encuentran enterrados allí.

Playa Omaha vista desde el cementerio.

De su seguridad y mantenimiento se encarga el estado norteamericano. Su estado es impecable. Sus cuidados están a la altura de la grandeza de los allí enterrados y demuestra un gran respeto hacia su memoria.



Fijaos en el detalle de las flores al pie del monumento.




 
Capilla.
En el mismo cementerio podemos ver un pequeño museo con una exposición de objetos y la proyección de varios audiovisuales. Estos vídeos tienen más un carácter más alegórico que informativo por lo que no se puede evitar acabar con la sensación de “nudo en la garganta” tras su visionado.



Al salir del museo, en su última sala, diáfana, se encuentran retratos de soldados colgados de las paredes. En la puerta de salida se encuentra un miembro de seguridad de la embajada norteamericana vestido de negro; Por unos altavoces una voz profunda y femenina cita los nombres y apellidos de los caídos. Esta es nuestra despedida.

Si hasta ese momento, a alguien no le había conmovido el lugar, aquí cae rendido.

Si no hemos tenido suficiente sopa, vamos a por la segunda taza. Cojo el coche y continúo mi viaje al oeste. Mi próxima parada será el cementerio alemán de La Cambe.

El camino de entrada al cementerio es una arboleda llamada “Jardín de la Paz”. Cada árbol ha sido donado por una persona o entidad que pagaron en su momento una determinada cantidad, que si la memoria no me engaña eran sobre los 300 euros, y el organismo estatal alemán encargado de la gestión y mantenimiento planta un árbol en el paseo y coloca al pie del mismo una plaquita con el nombre de la persona o entidad que lo ha donado.

Una vez que hemos entrado en el cementerio nos damos cuenta de la diferente estética que tiene respecto a sus hermanos británicos y norteamericano. La palabra que mejor lo define es: sobriedad.

Juzgad vosotros.




Aquí dejamos el viaje por el momento. En la próxima entrada viajaremos a Pointe-du-Hoc y rememoraremos la gesta de los Rangers norteamericanos.

2 comentarios:

pedroboso dijo...

Tengo que visitar Normandía sí o sí..

Humberto dijo...

Es toda una experiencia.

No son sólo los monumentos, los paisajes o los museos. Es el ambiente, el respeto, la admiración... Las sensaciones.

No sé. Es estar allí y vivirlo.