Odiada profundamente por sus víctimas
judías, la combinación de su maldad y belleza han hecho que se la
recuerde bajo títulos como “El Ángel de Auschwitz”, “El Ángel de la
Muerte” o “La Bestia Bella”. También se la ha llamado “La Perra de
Belsen”.
.Irma
fue hija de un lechero disidente del Partido Nazi y de una mujer
llamada Berta. Durante su infancia fue una niña normal; inclusive, según
declaraciones de su hermana Helen (efectuadas durante el juicio): “de
niña era bastante tímida y en modo alguno violenta. Evitaba los
enfrentamientos y, en caso de peleas entre niños, siempre huía”.
El único suceso traumático del que se
tiene noticia fue el suicidio de su madre en 1936, cuando Irma era
apenas una preadolescente. No se sabe si esto influyó en su indisciplina
escolar, pero lo cierto es que a los 15 años abandonó el colegio como
consecuencia de su desgano y de los intereses que había empezado a
mostrar por integrarse a las juventudes hitlerianas, deseando por ello
unirse a la Liga de la Juventud Femenina Alemana, agrupación que su
padre desaprobaba.
Lo anterior, junto con lo que queda de
relevante antes de su transformación, fue narrado por boca de la propia
Irma Grese durante el Juicio de Bergen-Belsen, en el cual los tribunales
británicos la juzgaron a ella y a 44 personas más implicadas en la
administración del campo de concentración de Bergen-Belsen. Sus palabras
fueron: “En 1938 dejé la escuela elemental y durante seis meses estuve
empleada como jornalera en una granja. Después, trabajé en una tienda,
en Luchen, otros seis meses. Cuando cumplí los 15 conseguí un puesto de
limpiadora en un hospital en Hohenlunchen, y allí permanecí dos años.
Intenté convertirme en enfermera, pero la Oficina de Trabajo no me lo
permitió y me enviaron a una lechería en Fürstenberg. En Julio de 1942
volví a solicitar un puesto de enfermera; pero, a pesar de que protesté
contra ello, la Oficina de Trabajo me asignó al campo de Ravensbrück,
como parte del cuerpo auxiliar femenino de las SS. Estuve allí hasta marzo de 1943”
Otra versión —que casi seguramente es la
verdadera dado que se sabe que Irma mintió en el juicio al negar
algunas acusaciones reales— dice que ella, pese a que en realidad sí
prefería desempeñarse como enfermera, no estaba inconforme con su puesto
en Ravensbruck, apareciéndose campantemente en casa durante un permiso.
Al verla en el uniforme de las SS con esa actitud de complacencia, su
padre y ella tuvieron una muy acalorada discusión, tras la cual Irma fue
expulsada de casa ya que no estaba dispuesta a renunciar a su nazismo.
.
En
1943 Irma entró en el Campo de concentración de Auschwitz, como una SS
Oberaufseherin (guardia femenina). Con impresionante rapidez, a finales
del mismo año fue ascendida a supervisora, llegando a ser la segunda
mujer de más alto rango después de María Mandel. Dicen que fue su enorme
fanatismo nazi y su considerable sadismo lo que le abrió la puerta a
tan veloz ascenso, aunque su belleza estuvo implicada en el asunto, tal y
como queda claramente sugerido en el hecho de le gustaba ‹‹compartir su
belleza›› con oficiales de alto rango como Joseph Mengele y Josef
Kramer, además de otros menos conocidos, desconocidos o no confirmados.
Aproximadamente unas 30000 prisioneras
le fueron delegadas en Auschwitz, lo cual representó el terreno ideal
para desatar abiertamente sus pulsiones crueles, cosa que Irma no dudó
en aprovechar: primero en Auschwitz, luego en Ravensbruck y finalmente
en Bergen Belsen. En aquel recorrido tuvo lugar el proceso psicológico
en que Irma fue incrementando sus tendencias oscuras, desembocando ya
desde sus primeras etapas en el sadismo exacerbado que la llevaría a la
fama y a la horca.
Olga Lengyel fue una de las víctimas que
sobrevivió a la crueldad de Irma Grese. Años después del Holocausto,
Olga reunió documentación y ordenó recuerdos para escribir Los hornos de Hitler; de allí, como introducción al siniestro perfil de Irma, se pueden citar estas palabras: ‹‹Irma
Grese se adelantaba hacía las prisioneras con su andar ondulante y sus
caderas en movimiento. Los ojos de las cuarenta mil desventuradas
mujeres, mudas e inmóviles, se clavaban en ella. Era de estatura
mediana, estaba elegantemente ataviada y tenía el cabello impecablemente
arreglado.
El terror mortal inspirado por su
presencia la complacía indudablemente y la deleitaba. Porque aquella
muchacha de veintidós años carecía en absoluto de entrañas. Con mano
segura escogía a sus víctimas, no sólo de entre las sanas, sino de entre
las enfermas, débiles e incapacitadas.
Las que, a pesar de su hambre y
penalidades, seguían manifestando un poco de su belleza física anterior
eran las primeras en ser seleccionadas. Constituían los blancos
especiales de la atención de Irma Grese.
Durante las “selecciones”, el “ángel
rubio de Belsen”, como más adelante había de llamarla la prensa,
manejaba con liberalidad su látigo. Sacudía fustazos adonde se le
antojaba, y a nosotras no nos tocaba más que aguantar lo mejor que
pudiésemos. Nuestras contorsiones de dolor y la sangre que derramábamos
la hacían sonreír››
Las palabras anteriores muestran ya que
Irma se fijaba mucho en la belleza de las prisioneras, eligiendo como
blanco a las de mejor aspecto. Detrás de eso no estaba la envidia sino
una sexualidad retorcida. Testigo de sus sangrientas exquisiteces fue
Gisella Pearl, médica de los prisioneros que en el Juicio de
Bergen-Belsen declaró: “Grese gustaba de azotar con su fusta en los
senos a jóvenes bien dotadas, con el objeto de que las heridas se
infectaran. Cuando esto ocurría, yo tenía que ordenar la amputación del
pecho, que se realizaba sin anestesia. Entonces ella se excitaba
sexualmente con el sufrimiento de la mujer”. Complementariamente,
la pervertida Bestia Bella tenía otras costumbres ligadas a su perfil de
predadora sexual: 1) tenía una esclava sexual con la cual mantenía un
sádico romance lésbico, 2) con relativa frecuencia, mandaba a traer
prisioneras de buen aspecto para usarlas sexualmente, uso en el que la
tortura y la degradación solían hacerse presentes, 3) se vinculó
sexualmente a varios oficiales e incluso parece que a ciertos
prisioneros masculinos, por lo cual algunas veces obligó a un médico
prisionero húngaro a que le practique abortos, so pena de muerte
Además de sádica sexual, Irma Grese era
una auténtica asesina cuya maldad no se frenaba ni con los niños, un ser
que en promedio tenía la responsabilidad de unas 30 muertes…La revista
digital FDM, en un artículo de Mónica González Álvarez, nos muestra
parte de lo dicho en estos términos: ‹‹Otro de sus “modus operandi”,
consistía en asesinar a las internas pegándoles un tiro a sangre fría.
Los abusos sexuales y las torturas a niños estaban a la orden del día.
Irma no conocía ni tenía límites. Su extremada depravación le llevó a
pegar sádicas palizas con un látigo trenzado hasta provocar la muerte de
las víctimas››. Habría pues que imaginarla con ese instrumento que
tanto la enorgullecía, tal y como, luego de su captura, evidenció en un
interrogatorio cuando poéticamente dijo que su estimado látigo “era muy ligero, traslúcido como vidrio blanco”.
Y es que, siendo como era ella una persona de aspecto impecable que
daba gran importancia a la belleza, cabe sospechar que, en su retorcida
mente, la naturaleza translúcida de su látigo otorgaba un estimulante
aspecto estético a su uso, ya que la sangre de las prisioneras debía de
parecerle bastante elegante en su contraste cromático con el aspecto
cristalino del látigo; elemento que, al igual que sus botas y su manera
de caminar, le brindaban el aspecto de una belleza asesina…
Aunque
quizá lo más escalofriante de todo era el placer que se pintaba en la
cara de Irma cuando las mordidas de los perros recaían sobre prisioneras
judías que, en muchos casos, el hambre prolongada había reducido a puro
hueso y pellejo. Luba Triszinska, sobreviviente del Holocausto, afirmó
durante el Juicio de Bergen Belsen que Irma: “No daba de comer a los
perros, los mantenía enjaulados durante días con el bozal puesto.
Cuando una prisionera caía al suelo desfallecida, mandaba a su criada
polaca que trajese los perros y los azuzaba, lanzándolos contra aquellas
mujeres desnutridas que apenas podían defenderse y que eran
despedazadas vivas por los animales”.
El ejercicio era realmente usado como
medida disciplinar por los militares alemanes, tal y como se hacía y aún
se hace en todo ejército. Sin embargo Irma tomó esto como base para sus
excesos inhumanos, ya que a veces obligaba a los internos a hacer
flexiones durante “horas”. Mientras, se paseaba con su precioso látigo
de celofán, vigilando a los presos para darle un tremendo azote a
aquellos que osasen parar, disfrutando así del dolor de unos y el temor
de otros.
Finalmente y aunque parezca difícil de
darle crédito a la palabra “horas”, Klara Lebowitz, sobreviviente del
Holocausto, dijo que: “Grese obligaba a los internos a permanecer en formación, durante horas, sosteniendo grandes piedras sobre sus cabezas”
.
Fue en Polonia donde Irma logró
localizar a una chica española a la cual, años antes, había conocido en
Wrechen, una ciudad alemana ubicada a tan solo 60 kilómetros de Berlín.
Irma, que era bisexual, había desarrollado una oscura obsesión erótica
(por tanto, más que simplemente ‘sexual’) por la pequeña púber española
que, para ese entonces, contaba apenas con 13 años.
La chica española (su identidad real se
desconoce) había tenido el infortunio de que su padre, que ostentaba un
cargo importante en el gobierno de Primo de Rivera pero vivía en
Alemania, se había tenido que regresar a España durante la Guerra Civil
Española, dejando a su hija en Polonia. En qué circunstancias
específicas la dejó, es algo que no se encuentra en las fuentes de
internet; ya que, prácticamente todo lo que en el ciberespacio se ha
dicho sobre el tema, ha estado ligado a la publicación de La Bella Bestia,
un libro en el que Alberto Vázquez-Figueroa narra la historia de la
esclava sexual de Irma Grese, esclava cuya identidad nunca proporcionó
pues, la información que ella le dio al escritor, pedía a cambio el que
sus nombres y apellidos nunca se revelen y el que todo aquello se
publique solo tras la muerte de ella[1].
El hecho es que las circunstancias de la chica, conjugadas con el poder
de Irma, fueron suficientes para que ella la convierta en su “criada”,
título este que ocultaba su rol de esclava doméstica y sexual, estando
lo segundo en el contexto de las tendencias sádicas de Irma y habiendo
sido, por parte de la chica española, vivido como una violación a sus 13
años y como una explotación en el tiempo que siguió.
Grese tuvo a la “callada joven de ojos
oscuros” durante mucho tiempo, haciéndola pasar como polaca y llevándola
a donde fuese: en el campo de concentración de Ravensbruck, la tuvo
dentro de su propia casa; en Auschwitz, dentro de una buhardilla cercana
a la casa en que ella habitaba; en Bergen Belsen, en una casa cercana
al campo.
El 17 de septiembre de 1945 comienza, en
Lüneburg, el juicio de Bergen-Belsen, dirigido contra el comandante
Josef Kramer y otros 44 implicados en la administración de los campos de
concentración de Bergen-Belsen. A pesar de ocupar el noveno lugar en la
lista de acusados, Irma resulta llamativa y se convierte en la estrella
del proceso, adquiriendo allí su sobrenombre de “La Rosa de Auschwitz”.
Durante el juicio, los niños corean su nombre cada día.
Sabe que va a ser condenada a muerte,
que entre los llamados a dar testimonio hay prisioneras judías que le
guardan un profundo y natural rencor. Estando en sus últimos días, opta
por el cinismo, la provocación y la arrogancia. Se muestra indiferente y
despreciativa con el tribunal, es lacónica: “no”, “sí”, “no sé”, “nunca
vi nada de eso”; insolente en ocasiones: “Yo debería saber mejor que
usted si tenía o no tenía un perro, ¿no le parece?”, “Me gustaría que
dejara usted de repetir la palabra ‘regularmente’”; tiende a negar
algunas acusaciones al punto del cinismo sarcástico: “Yo soy incapaz de
hacer planes. Nunca hice ningún plan para matar prisioneros”.
Los testimonios contra ella incluyen cosas terribles, las identidades de quienes emitieron los testimonios están en el paréntesis del final en cada caso numerado:
1. Hacer que los perros devoren a prisioneras desnutridas y/o cansadas (Luba Triszinska)
2. Azotar los senos de las prisioneras
“bien dotadas” para que se les infecten las heridas y ella se excite en
la operación de extirpación sin anestesia (Gisella Pearl)
3. Tener aventuras bisexuales y, en los
últimos tiempos, varios romances lésbicos con internas (Isabella
Leittner y Olga Lengyel)
4. Obligar a los internos a hacer flexiones por horas, latigueando al que paraba (Helene Klein)
5. Golpear a los internos (Gitla Dunkleman y Dora Szafran)
6. Poner en formación por horas a los internos, portando piedras pesadas en sus cabezas (Klara Lebowitz)
7. Ser una de las personas responsables, en
Auschwitz, de seleccionar presos para las cámaras de gas (Gertrude
Diament y Ilona Stein)
8. Haber sido responsable, durante su estancia en el Comando de Castigo, de al menos 30 muertes diarias (Helene Kopper)
Sin
embargo Irma Grese no aceptó todos los cargos que se formularon en su
contra: negó haber usado perros contra las prisioneras, haber disparado a
sangre fría a las internas, haber azotado senos con su látigo, entre
otras cosas. Solamente aceptó haber golpeado a las prisioneras pero con
las manos y “por alguna buena razón”, haber presenciado selecciones para
las cámaras de gas, haber empleado el látigo para poner y mantener el
orden en las formaciones y haber sometido a los internos a sesiones
deportivas como una forma de castigo. Con todo, los testimonios y las
evidencias bastaron para formular cargos suficientes como para
justificar la sentencia de muerte en la horca. Entretanto la prensa sensacionalista se
había encargado de causar revuelo en torno a su figura, dando como
resultado el que, cuando murió, ya era famosa.
En la actualidad sigue ocupando un
sitio importante entre la lista de las mujeres más malvadas de la
historia, apareciendo en algunos portales de la web como casi igual de
malvada que Elizabeth Bathory (la condesa que se bañaba en sangre de
vírgenes) o incluso, para unos cuantos, aún más malvada. Por último, se
sabe que, ella y otras nazis como Ilse Koch, están ligadas al origen de
la dominatrix nazi, un ícono de la cultura sadomasoquista.
Fuente: Asesinos en serie.com
7 comentarios:
La gran cuestión es qué hubiera pasado si no hubiese vivido en aquel contexto...y por tanto, cuántos de nosotros mismos somos en potencia un monstruo de este tipo.
¡Menudo bicho!
Que mujer!! tan. Chica. Y ya era todo. Un. Demonio. Encarnado.: /
Que mujer!! tan. Chica. Y ya era todo. Un. Demonio. Encarnado.: /
Primero no debieron de ahorcarla, sin antes torturarla de la misma forma que ella lo hizo con las prisioneras. Murió tranquila y al final fue la ganadora de todas las atrocidades.
Primero no debieron de ahorcarla, sin antes torturarla de la misma forma que ella lo hizo con las prisioneras. Murió tranquila y al final fue la ganadora de todas las atrocidades.
he leido mucho sobre Irma Grese (incluido el juicio), y el testimonio de la española es mentira en algunos casos y dudo que haya existido, menciona cosas de las cuales a Irma jamas fue juzgada, ademas afirma que entrego 30 diamantes a los ingleses, que entrego la lista de victimas de grese, el pasaporte falso con los cuales iba a ir a argentina.
Olga Lengye, no atestiguo en contra de ella, es mas ni siquiera estuvo en el juicio, de que era bisexual aparece en su libro.
Gisel Perl, a ella no se le tomo la declaración, por irreal fantasiosa, etc, (ya leí la cuenta de su libro donde habla de los azotes)
Kooper fue una mentirosa según la literatura, ella afirmo que Irma estubo 7 meses en un comando de castigo (aqui es donde cometió los 30 asesinatos diarios) sin embargo Grese solo estuvo en este comando 2 dias y no 7 meses como kopper afirmo, si estuvo castigada durante tanto tiempo ¿como iba a conseguir un ascenso dentro de aushwitz?
Volviendo a la española,los nazis perseguían a todo aquel Homosexual, y muchas veces aunque fueran arios, ¿como le iban a permitir su conducta dentro del campo, es mas ni siquiera fuera del mismo?, si hubiera mantenido relaciones con prisioneras, la hubieran mandado al frente,después de un juicio por parte de las SS, o en su caso la hubieran fusilado.
Hace tiempo envié un correo al autor de la bella bestia y me dijo que no todo en su libro era verdad, que era una novela y el autor en ella ponía lo que quería.
Ojo, con esto no quiero decir que no halla sido malo, sino que si existen muchas irregularidades que habría que analizar, ya que cuando se tratan de estos temas, la gente solo copia y pega.
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