lunes, 19 de noviembre de 2012

Afrika Korps



En junio de 1942 Erwin Rommel , general del Afrika Korps, obligó a retroceder al VIII Ejército británico hasta El-Alamein, aproximadamente a 100 km de Alejandría, , tras haber hecho seis mil prisioneros aliados.

 Tobruk, en poder de las tropas británicas y de la Commonwealth desde 1941, sucumbió ante el Eje el 20 de junio. Benito Mussolini consideró que Egipto no tardaría en ser ocupada por el Eje y se dispuso a entrar en El Cairo como un conquistador. No obstante, el VIII Ejército, al mando del cual estaba el general sir Claude Auchinleck, consiguió detener el avance enemigo en El-Alamein en el mes de julio. Después de una primera derrota de los italianos en 1940, los esfuerzos militares de los británicos en la guerra del Desierto habían sido de escasa relevancia: sus tropas habían quedado completamente abrumadas ante la superioridad de las tácticas militares enemigas, la valía de sus generales y los tanques acorazados de los alemanes. Los carros de combate Crusader de los británicos no podían disparar tanto como los que poseían los alemanes y eran defectuosos; mientras que las armas antiaéreas de 88 mm de los alemanes, empleadas para repeler los ataques de los tanques, no encontraron parangón en la artillería antitanque británica. Los cazas británicos fueron inferiores a los del ejército alemán hasta el otoño de 1942. Las tropas británicas sólo contaban con un elemento a su favor en 1942: su habilidad para descodificar las transmisiones del ejército y las fuerzas navales italianas y  los códigos militares alemanes. Este hecho proporcionaba una ventaja crucial sobre el enemigo desde el punto de vista de la inteligencia militar. Esta información, así como la conservación de Malta, les permitieron hundir los convoyes italianos enviados al norte de África; además, la destrucción simultánea de la armada del Eje casi en su totalidad en la zona del Mediterráneo hizo posible el envío de equipo vital al VIII Ejército.



Winston Churchill sustituyó a Auchinleck por el general sir Bernard Montgomery en el mando del VIII Ejército a finales de agosto. Este experimentado militar no tardó en volver a infundir moral a las tropas, que se encontraban un tanto decaídas como resultado de las derrotas. Era asimismo muy previsor y se preocupó de establecer una arrolladora superioridad sobre las potencias del Eje en términos de recursos humanos, tanques, artillería y aviación, antes de iniciar su ofensiva. Ésta fue una precaución muy acertada, dado que las fuerzas de Rommel se hallaban atrincheradas en un complejo sistema de fortificaciones protegidas por campos de minas. El plan de Montgomery se basaba en la infantería, apoyada de cerca por las defensas aéreas y terrestres, y consistía en asaltar el frente alemán y despejar el camino para que los tanques pudieran destruir a las fuerzas que se refugiaban en las trincheras. El desarrollo de esta acción requería una concienzuda preparación y entrenamiento.

La segunda batalla de El-Alamein (al-Alamayn) comenzó el 23 de octubre de 1942. Tras una aplastante guerra de agotamiento, Rommel ordenó a sus fuerzas, dispersas y agotadas, retirarse el 4 de noviembre. Se replegaron 2.400 km hacia el interior de Túnez. Los ejércitos del Eje perdieron 2.300 hombres y 28.000 soldados fueron hechos prisioneros. Mientras tanto, las fuerzas anglo-americanas llegaban a la zona francesa del norte de África el 7 de noviembre de 1942. Los Afrika Korps no fueron aniquilados gracias al cauteloso avance de Montgomery a través de Libia, una estrategia motivada en parte por su temor a que los alemanes contraatacaran a las fuerzas británicas de las primeras posiciones. Ésta fue la primera victoria terrestre sobre el ejército alemán durante la II Guerra Mundial y ocasionó en la primavera de 1943 la destrucción de las fuerzas alemanas en Túnez a manos de los aliados.

Fuente: segunda guerra mundial

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