El
3 de abril de 1923, el periódico del Partido Social Demócrata (PSD)
Münchner Post escribía acerca de las "mujeres locas por Hitler" y
caracterizaba con sarcasmo a las numerosas protectoras y admiradoras que
escuchaban sus discursos arrobadas, empeñaban sus joyas y le hacían
préstamos. Por ese y similares artículos, Hitler hizo destruir el 8 de
noviembre de 1923 las salas de redacción del periódico.
Las
mujeres fueron fieles auxiliares de Hitler desde el principio. Le
despejaron el camino, establecieron contactos y le financiaron.
Hitler
supo utilizar las simpatías de sus adeptos femeninos. Mientras la base
del partido eliminaba a sus adversarios utilizando un terror brutal, en
los salones cultos --dominados por las mujeres-- el Führer derrochaba
encanto austriaco, repartía besos en la mano y abría para el NSDAP un
estrato nuevo y financieramente poderoso. La fascinación de Hitler hacía
olvidar el programa del partido, único en lo que a desprecio de las
mujeres se refería.
Las mujeres eran bienvenidas como
afiliados normales, pero "el hombre es el único que puede ser juez,
soldado y guía del Estado", anunciaba Rosenberg. La elevación de
Alemania estaba considerada un acontecimiento masculino. Hitler lo
decía: "Una mujer que se mete en política me parece un espanto."
El
Estado nazi jamás desarrolló una ideología respecto a la mujer. La
"imagen de la mujer alemana" surgió casi por generación espontánea en el
campo de sus objetivos políticos: aumentar la población con vistas a la
guerra y la colonización del Este.
Durante el Tercer
Reich las "damas" eran un adorno bienvenido en las recepciones de la
Cancillería y en el séquito de Hitler. Para todo lo demás, se hablaba de
la "mujer en casa y junto a la rueca". De hecho, nadie respondía menos
al ideal femenino nacionalsocialista que las mujeres, compañeras y
amigas de los dirigentes nazis.
El matrimonio no era
algo exigible por consideraciones morales, sino porque los
nacionalsocialistas lo valoraban como "institución reproductora" ideal.
"Tenemos 2 millones más de mujeres que de hombres. El objetivo será que
una muchacha se case, pero antes de agostarse como doncella vieja, es
mejor que tenga un hijo."
La
fanática Gerda Bormann escribió: "Sería bueno que al final de la guerra
se aprobara una ley que permitiera a los hombres sanos y válidos el
derecho a tener 2 mujeres. Habrá tan pocos hombres valiosos que
sobrevivan a esta azarosa lucha, tantas mujeres valiosas condenadas a no
tener hijos..."
Martin Bormann, que con el
consentimiento de su mujer tenía, junto a su amante principal Manja
Behrens, 2 más, no podía sino asentir con alegría: "Absolutamente, dada
la inminente lucha que decidirá el destino nacional."
Las
medidas nacional-biológicas tomadas en consideración en torno a 1943
parecen salidas de una película de terror: todas las mujeres menores de
35 años serían obligadas a tener 4 hijos con hombres de pura raza
alemana. En cuanto una familia hubiese alcanzado esa cifra, los maridos
quedarían disponibles para la campaña.
El resultado de
la Segunda Guerra Mundial impidió el programa de reproducción nazi,
junto con los previstos "matrimonios de emergencia nacional" y la
eliminación del matrimonio monógamo mediante la implantación y
equiparación legal de las segundas esposas.
CARIN GOERING.
DIOSA NORDICA Y FIGURA DE CULTO
El
20 de junio de 1934 tuvo lugar el solemne traslado del cadáver de Carin
Goering, fallecida en 1931, de Suecia a Alemania. Fue un espectáculo
único, del que se encargó el ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, a
iniciativa del viudo de la fallecida, el presidente del Gobierno del
Estado Federado de Prusia, Hermann Goering.
El entierro
de la amada esposa se realizó en la cripta cavada expresamente para
ella en la residencia de verano de Goering, Carinhall. El traslado del
cuerpo, que reposaba en un ataúd de plomo, recordó las ceremonias
usuales a la hora de enterrar a un faraón.
Hermann
Goering y su primera mujer Carin, de soltera Freiin Fock, divorciada Von
Kantzov, pasaban por ser la clásica pareja de enamorados de la era
nazi. El romance de la diosa nórdica con el as de la aviación germana de
la primera fase del NSDAP, se elevó a la categoría de epopeya dramática
de 2 amantes que sirvieron como pioneros al joven partido. El calvario
de la pareja incluía heridas, fuga y exilio, y terminaba con la temprana
muerte de Carin en 1931.
Todo empezó en Suecia. A
finales de febrero de 1920, el sueco Eric von Rosen regresó a Estocolmo
de su expedición al Gran Chaco. Para su disgusto, allí tuvo que
detenerse a causa de las extremas condiciones climatológicas. Irritado
por el contratiempo, el conde se dirigió a una compañía aérea privada
para fletar un aerotaxi. Tres pilotos rechazaron volar en esas
condiciones atmosféricas. Pero un alemán dijo que sí, confiado en su
gran capacidad.
Ese hombre, Hermann Goering, había
conseguido la más importante condecoración al valor, la medalla Pour le
Mérite, y había mandado la legendaria escuadrilla de caza del barón Von
Richthofen. Terminada la guerra, el Tratado de Versalles exigía a
Alemania la disolución de su fuerza aérea. Por eso Goering se fue a
Escandinavia, donde lo contrataron como piloto jefe. Conducía el
aerotaxi con el que el 20 de febrero de 1920 debía llevar al conde Von
Rosen a su castillo. Fue una aventura mortalmente peligrosa.
Cuando
llegaron al castillo, Mary von Rosen, la esposa del viajero, y su hija
de igual nombre, acudieron a saludar al conde y dieron la bienvenida a
Goering. Mientras estaban sentados charlando ante la chimenea, una joven
apareció. Era alta y rubia. Goering se sintió --según su testimonio--
"herido por el rayo" de sus ojos azules.
Al día
siguiente, Carin le enseñó el castillo y la "capilla de Edelweiss".
Luego Goering se despidió, pero acordó una cita con Carin, porque esa
mujer, casada y madre de un hijo de 8 años, correspondía plenamente a
sus sentimientos. Carin von Kantzov estaba más que dispuesta al ardiente
romance que pronto habría de desarrollarse.
En el
verano de 1920, la pasión se había inflamado de tal modo que Carin, sin
preocuparse de su esposo, su hijo o su familia, viajó a Munich con su
amante para ser presentada a la madre de Hermann. La pareja viajó por el
sur de Alemania. A su regreso a Estocolmo, Goering insistió en que ella
debía divorciarse. El 13 de diciembre de 1922 Carin quedó legalmente
separada de su marido.
En 1921 Goering había empezado a
estudiar historia y economía, pensando vagamente en hacer carrera
política. Sin embargo, su destino quedó sellado al año siguiente.
Goering conoció a Hitler, y supo entusiasmarle con eslógans acerca de la
salvación de la patria del vergonzoso Tratado de Versalles y la lucha
contra el comunismo y los judíos. A Hitler le resultaba oportuno, por
prestigio, reclutar para el NSDAP a alguien condecorado con la orden
Pour le Mérite, y le encargó la organización de una tropa de choque que
llamaron Sección de Asalto (SA). Así empezó el apasionado compromiso de
Carin y Hermann Goering con el NSDAP, que no terminaría hasta su muerte.
Los
esponsales de Carin y Hermann se celebraron el 25 de enero de 1923 en
Estocolmo. Poco después, los Goering adquirieron un pequeño chalet en un
barrio residencial muniqués. Se eligió una zona verde con toda
intención, ya que el estado de salud de Carin no permitía estancias
prolongadas en una ciudad. Angina pectoral acompañada de insuficiencia
respiratoria, que llegaba hasta el desvanecimiento, asma, reumatismo
grave, una enfermedad intestinal latente y anemia eran sólo algunas de
las dolencias de una mujer que entonces tenía 35 años.
fuente: highbeam
1 comentario:
Si buscaban hombres sanos y válidos, supongo que las mujeres también tendrían que reunir esas condiciones. La pregunta es: ¿qué futuro tendrían dentro del Reich personas con salud deplorable como Carin Goering, por más que estuvieran casados o fueran amigos de gente con posición? Tampoco olvidemos que Goebbels era cojo. En cualquier caso, me horroriza pensar que hubiera mujeres dispuestas a apoyar el 2x1. Y otra cosa que se me ocurre: ¿Qué pasaba con las mujeres que no podían tener hijos? Supongo que la sospecha de la esterilidad recaería mayormente en las mujeres…
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