El 25 de Abril de 1983, el semanario alemán Stern anunció en su portada haber hallado el diario personal de Adolf Hitler, mismo que sería publicado en sucesivas entregas. "La biografía de Hitler tendrá que ser escrita de nuevo y con ella la historia del Estado nazi", aseguró la revista en su comentario editorial de ese número.
Unos días después la redacción del semanario y la editorial Grüner und Jahr, que financió la compra del diario, presentó 60 tomos, atados por docenas, en una conferencia de prensa a la que habían acudido reporteros del mundo entero. Los cuadernos tamaño carta, forrados de piel, tenían el águila imperial dorada y la svástica al lado de las iniciales FH. ¿Por qué no eran las letras AF, de Adolf Hitler? Estas iniciales que inicialmente se pensó significaban Führer Hitler, fueron el primer indicio ignorado por el reportero Gerd Heidemann, quien hizo el "descubrimiento" del diario.
Heidemann, un premiado reportero de la revista con sede en Hamburgo, famoso por su olfato periodístico y sus reportajes gráficos, era también un fanático coleccionista de "reliquias" del Tercer Reich. Se había endeudado al comprar el yate de Herman Göring, Carin II, que tenía pensado restaurar y vender a algún coleccionista estadounidense.
Heidemann había recibido los diarios de un oscuro personaje, Konrad Kujau, supuestamente anticuario especializado en "reliquias" nazis con sede en Stuttgart, quien afirmaba que los tomos habían sido rescatados tras un accidente aéreo ocurrido en Sajonia, este de Alemania, el 21 de abril de 1945. En sus investigaciones Heidemann incluso encontró la tumba del piloto y restos del avión siniestrado que llevó a Hamburgo, donde fueron guardados en una gigantesca caja fuerte comprada para tal propósito por el semanario.
En un primer paso la revista Stern compró tres tomos por 120.000 marcos alemanes. Posteriormente la dirección editorial decidió adquirir otros 59 tomos por más de 9,3 millones de marcos alemanes, equivalentes a 4,8 millones de euros. Heidemann llevaba el dinero envuelto en bolsas de plástico a Kujau, que le daba a veces uno, a veces varios tomos. "Le llamaba yo a Stuttgart o me llamaba él a Hamburgo y me decía: . A veces llevaba yo 900.000 marcos en efectivo para unos tres o cuatro libros pero Kujau tenía sólo uno", relata Heidemann, entre tanto de 76 años de edad, en una entrevista con el diario Berliner Zeitung.
Para evitar que el proyecto trascendiera a otros medios nacionales e internacionales, la revista decidió guardar absoluto secreto. Sólo unos cuantos estaban enterados del "Grünes Gewölbe" (Bóveda verde) como se bautizó el plan internamente. Después de que los historiadores de la revista confirmaran la autenticidad de los libros, se prescindió de su autentificación por parte de otras fuentes. Poco antes de la publicación se informó al redactor en jefe Peter Koch, quien fue el primero en manifestar dudas sobre la autenticidad de los diarios.
Expertos de Estados Unidos y de Suiza pidieron documentos con la escritura del dcitador de la década de los 40, para compararla con la de los diarios. Y eso no lo tenía el archivo de Stern. Heidemann preguntó a Kujau si tenía algo y Kujau por supuesto que lo tenía. Así fue como los peritos compararon la escritura de dos documentos que provenían de la misma fuente, probablemente de la misma mano. Hasta que un peritaje realizado por expertos de la Policía Criminalística confirmaron que el papel, la tinta y la goma no podían ser de una fecha anterior a 1945.
Aún así dos tomos fueron publicados que dan testimonio de la fértil imaginación de Kujau. En el primer tomo reconstruye historias de mujeres en las que involucra al lugarteniente de Hitler, Josef Goebbels, escribe cómo el dictador prohíbe a sus colaboradores ese tipo de amoríos por decreto y su secreta adicción a tabletas. "Sigo padeciendo de insomnio, y los trastornos digestivos han empeorado", escribe Hitler (Kujau). En el segundo tomo aborda el viaje a Inglaterra de su vicecanciller, Rudolf Hess. El contenido del resto de los tomos, que se encuentran resguardados en el sótano de la sede de Stern en Hamburgo, se desconoce.
Stern suspendió la publicación de los diarios, pero no logró evitar un descalabro en su credibilidad que se tradujo en un desplome de sus ventas y despectivos apelativos entre los medios y la población alemana. Kujau y Heidemann fueron condenados en 1985 a más de cuatro años de prisión acusados de fraude. Kujau murió de cáncer en el 2000 mientras que Heidemann vive de ayuda social en Hamburgo. Hasta el día de hoy Heidemann afirma haber sido engañado e insiste en haber entregado hasta el último centavo de los millones a Kujau, aunque éste reconoció haber recibido sólo una parte.
Fuente: Eva Usi dw-world.de
5 comentarios:
Interesante post. Algo sabía yo de esta historia. En su momento fue un auténtico bombazo.
Creo que se juntaron las ganas de vender con las ganas de comprar.
Un saludo a todos.
Vaya par de tramposos.
Luego hablan de la picaresca española...
Yo tengo entendido, aunque es difícil saber la verdad, que el periodista estaba absolutamente convencido de que eran originales.
Vamos, que fue engañado. También es bien cierto, que le pudieron las ganas de "vender" una primicia como esa y no se aseguró lo suficiente.
Un saludo a todos.
Recomiendo el libro "Selling Hitler", de Thomas Harris, donde se describe de modo novelado esta historia.
Cabe destacar que David Irving dijo desde un principio que los diarios eran falsos y que el prestigioso Hugh Trevor-Roper, los declaró auténticos.
Saludos.
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