jueves, 24 de mayo de 2012

Los cien últimos días de Berlín.


Son muchas las cosas que nos pueden atraer de un libro. En mi caso, va desde la portada- soy así de simple- hasta dos palabras bien colocadas en una reseña que tenga ocasión de leer y me llame la atención. Navegando por Internet me di de bruces con Los cien últimos días de Berlín, de Antonio Ansuategui. La historia es sencila y atrayente a partes iguales.

Antonio es un estudiante que se traslada desde España a Alemania en pleno conflicto bélico para estudiar en una prestigiosa escuela técnica. Tiene suficientes conocimientos de alemán, lo que le facilita las cosas. Durante su estancia, se mezcla perfectamente con el pueblo germano y se dedica durante todo el texto a ensalzar la virtudes locales. A pesar de ello en ningún momento justifica el régimen nazi, sino que es un simple espectador que se siente subyugado por el valor de la población durante los últimos días de la capitulación.

No parece una novela, aún tengo mis dudas sobre si es un libro de memorias. No he conseguido información acerca del autor lo que hace sentir más curiosidad por él. Al principio no me gustaba el estilo con el que estaba escrito, me parecía demasiado simple, poco profesional. Pero a medida que proseguía en la lectura de sus casi 190 páginas, mejoraba el factura literaria y ya hacía pensar que quizás podía ser un escritor con seudónimo. A ciencia cierta, aún no lo se.

He encontrado dos errores a lo largo de la obra que dejan mucho que desear. El primero hace referencia a El carnicero de Praga, es decir, Reinhard Heydrich. Habla de él como si estuviera vivo en 1945 y haciendo ver que parte de las esperanzas de la población para combatir a los rusos estaban en las manos del jefe de la Gestapo, y todos sabemos que desde el 4 de junio del 42, ya estaba en el otro barrio por mediación de un atentado.

Otro error garrafal es cuando indica que de paso por Radebeul, saluda al famoso autor de novelas de aventuras, Karl May, otro que tambien estaba criando malvas desde hacía muchos años, concretamente desde 1912. Dos mentiras que le resta toda credibilidad a un posible libro de memorias.

Lo importante - y es con lo que me quedo-, es que me lo he pasado bien, que consigue que el lector se sumerja en la sociedad alemana y que tenga la oportunidad de casi caminar por las aceras de un Berlín luminoso anterior a los bombardeos aliados y por la misma ciudad en ruinas unos meses después. Ameno, breve, sin pretensiones aparentemente ideologizadas y se puede conseguir en Iberlibro.

2 comentarios:

Humberto dijo...

A pesar de los errores históricos, apunta bien, ¿verdad?

Un saludo a todos.

Chrisss dijo...

Editorial Renacimiento lo ha reeditado:
http://www.editorialrenacimiento.com/biblioteca-de-historia/211-los-cien-ultimos-dias-de-berlin.html?search_query=berlin&results=3