Hoy es un día de fiesta en España y para los que todavía conservamos nuestro puesto de trabajo en nuestro arruinado país, no deja de parecer una amenaza el hecho de no tener que ir a trabajar hoy. También es el primer día en muchas semanas que dispongo tiempo para exclusivamente leer. Será una gozada poder sumergirme en algún texto que tengo pendiente de terminar.
Pero antes, quería haceros partícipes de un recuerdo que esta mañana me ha asaltado cuando me acercaba a las baldas de la estantería correspondiente a los libros que esperan mi lectura. Mi vista se ha dirigido hacia un volumen que misteriosamente no tenía que estar en ese sitio, un libro por el que empezó todo hace ocho años, fue el detonador de mi afición a los libros de temática guerramundialista, si se puede decir así. El libro en cuestión es el El Día D, de Stephen E. Ambrose, fallecido en 2002. Su lectura me impactó de sobremanera y puso al descubierto la enorme ignorancia que pesaba sobre mi. Pero me hizo consciente de la importancia de estos hechos, el valor de los hombres que acometieron el desembarco en las costas normandas, el agradecimiento a todos y cada uno de ellos porque si no hubiese tenido lugar, el Tercer Reich no hubiese sido vencido. ¿Quién sabe cómo sería nuestro mundo? En el día de hoy, no podemos averiguar como nos hubiese afectado en España, pero me temo lo peor.
La pocas fotos, salvadas de la ineptitud de su revelador de laboratorio, de Robert Cappa, nos muestra lo terrible de la escena de muerte desarrollada en aquellas playas.
Hace unos pocos meses nuestro amigo Humberto colaboraba con este blog, escribiendo unas entradas acompañadas con múltiples imágenes tomadas por él mismo, haciéndonos reflexionar sobre la importancia de este hecho histórico. Fue una forma de viajar y llevarnos más allá de las lecturas de nuestros libros.
Para mi fue el libro de Ambrose, para vosotros habrá sido otro texto o quizás una película lo que inició vuestro interés por la Segunda Guerra Mundial. Lo importante de todo ello es que nuestras lecturas nos ha hecho tener una visión panorámica de lo que significó el conflicto bélico en Europa, la importancia de que los Aliados hubiesen ganado la contienda y las consecuencias desarrolladas durante la llamada Guerra Fría. Además cuando sale el tema en alguna tertulia en la que nos encontramos, de inmediato se nos dibuja una sonrisa que esconde el pensamiento: “no sabéis lo que habéis hecho al tocar mi tema favorito”.
5 comentarios:
Tú tienes suerte, Mario, en las tertulias en las que yo participo no suele hablarse de la Segunda Guerra Mundial, y de la Primera menos. Y si algún día sale el tema, aunque sea remotamente, suele molestar que una mujer pueda saber más que cualquiera de los gallitos que participa en ella (aunque ella no sepa demasiado).
En cuanto cómo empezó mi afición a las guerras mundiales, si tengo que ser honesta, debo decir es el resultado de una relación que tuve hace muchos años. Aquello se acabó, pero mi interés por la historia militar continuó, y a partir de allí he leído de todo, aunque nunca lo suficiente.
Ludovica, todo comenzó para ti con una historia de amor y tu te quedaste con la guerra, jeje.
Saludos desde el sur.
Con todo, seguiré creyendo en el amor y nunca en la guerra.
Así es Ludovica, la Gran Guerra no tiene el "tirón" de la segunda, pero en mi opinión es igual de apasionante.
Un saludo a todos.
Humberto, considero que ese desconocimiento de la Gran Guerra es completamente injusto. La Gran Guerra es la Gran Cloaca del siglo XIX, su estudio es apasionante: puedes ver que se entremezclan -de forma muy estrecha- sistemas de diferentes tipo (políticos, económicos, militares, sociales...) y todos van a confluir a un mismo punto, la Gran Guerra, y después de esta ves cómo esos sistemas se encaminan a diferentes puntos, algunos previsibles y otros no. La pregunta es: ¿fue previsible el III Reich?, ¿fue previsible la Segunda Guerra Mundial?
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