jueves, 4 de agosto de 2011

Los peligros de hacer discursos con una cerveza al lado.

Perdonad el título pero me pareció apropiado para esta entrada. Pienso que cuando terminéis de leer la entrada lo comprenderéis. Lo incomprensible es que Hitler no bebía alcohol.

Es curioso darse cuenta por medio de las lecturas que el mundo básicamente no ha cambiado. Algunos de nuestros amigos lectores no estarán de acuerdo con esta afirmación. Me refiero a los cambios producidos en el ser humano, el hombre es el mismo ahora que antes, sus intereses son los mismos, sus insidias, envidias y egoísmo se repiten a lo largo de la historia. También los políticos persiguen los mismos intereses: el poder y el dinero. Hitler hace en el siguiente texto que copio, perteneciente a uno de sus discursos en la famosa cervecería de Munich, un alegato justificatorio y pernicioso de los males de la Alemania de entonces. Disculpad la redacción del texto pero es esta la traducción que tengo:

"En 1918, hace 20 años, como he dicho antes, se consumó el derrumbamiento alemán. Se consumó porque solo un ciego podía creer que aquellos días de noviembre fueran la causa y la consumación del destino de Alemania. La causa ya venía de atrás, de muy atrás, y la consumación había dado comienzo años antes; el año 1918 fue tan sólo la culminación del proceso catastrófico (...) Decisivo para el derrumbamiento de Alemania fue la descomposición interna del pueblo alemán, la división de la sociedad en clases. Un fenómeno tampoco nuevo, pues ya había tenido precedentes en el pasado; pero esta vez adquirió una importancia particular y única a través de los impulsores de tal división (...) Cierto es que esta división entre burguesía y proletariado fue aparentemente superada en 1914, pero solo aparentemente. Sabemos que a las pocas semanas o meses de haberse disipado la primera embriaguez del entusiasmo volvió a abrirse de nuevo el antiguo abismo, y que ciertos sectores no ocultaron en modo alguno en aquella época sus intenciones de que Alemania perdiera esta guerra. No me refiero a sectores del extranjero, sino a los de nuestro propio cuerpo nacional. Lo que ocurrió en el periodo comprendido entre 1914 y 1919 o 1918 no fue otra cosa que la repercusión lenta de los manejos de estos sectores.

De año en año podía apreciarse cómo aumentaba esta tendencia de desviar al pueblo alemán cada vez más de su lucha exterior para inclinarse hacia la interior, y como en 1918 estas ideas habían prendido en extensos sectores alemanes: venían a decir que no se trataba en definitiva de una guerra defensiva de la nación alemana frente a un mundo deseoso de agresión y, sobre todo, envidioso, sino única y exclusivamente de una lucha del proletariado contra la burguesía, o de la burguesía contra el proletariado. Se había dejado de creer que el mundo tuviera en realidad malas intenciones respecto a Alemania. No, el resto del mundo no tenía en realidad nada contra Alemania. No era verdad que este otro mundo pretendiera quizá robar a Alemania, que tuviera intención de arrebatar a Alemania sus colonias, o echados los ojos al comercio alemán, y mucho menos a los territorios alemanes. Esto eran solo mentiras que contaban al pueblo los alemanes que incitaban a la guerra, porque realmente lo que quería el resto del mundo no era otra cosa que comprensión, una paz sin vencedores ni vencidos. Sobre todo cuando Woodrow Wilson, el gran americano y apóstol (risas del auditorio) de una nueva moral internacional se presento con sus 14 puntos, diciendo poco más o menos esto con sus hermosas frases, la gente no se cansó de decir que ahora tenía pruebas convincentes de ello. El hecho real fue que la nación alemana fue perdiendo rápidamente sus fuerzas para luchar frente al extranjero en la misma medida en que las desvió hacia el teatro de la batalla interior. A pesar de ello, el derrumbamiento no se habría producido en 1918, ni, en mi opinión, habría acontecido jamas si el pueblo alemán, arrastrado por su desatinada ceguera, no hubiera terminado por convertir en guerra civil lo que fue, en sus comienzos, una disputa interna. Pero así, tenía que llegar el derrumbamiento. He dicho que tengo el convencimiento de que ni en 1918 ni más tarde se habría producido desplome alguno; y creo tener razón para expresarme así porque estoy convencido de que si el destino me hubiera puesto o tenido en aquella época en el sitio que hoy ocupo, el derrumbamiento no habría llegado jamas. Cierto que habría habido un derrumbamiento: el de nuestros infames y perniciosos partidos. Ese habría sido. ¡Los hubiera eliminado entonces de la misma forma que los elimine en 1933! (aplausos )".

He encontrado un pequeño vídeo del programa "Callejeros" sobre la cervecería donde el dictador comenzó su andadura como político.

Fuente: Hitler. Obras completas, Tomo II ( años 1936-38 ) Ediciones Ojeda, 2006.

4 comentarios:

Ludovica dijo...

Bueno, Mario, creo que eres libre de poner los títulos que te den la gana, aunque a decir verdad, este que has puesto creo que va al pelo. Por otra parte, te diré que no creo que el problema esté en la traducción sino en la misma retórica de Hitler: me explico. Hace años tuve la ocurrencia de leer "Mein Kampf" y busqué en Internet la mejor traducción que pude, pero aquello no había por dónde cogerlo. Eso sí, se entendía que el tío iba a lo que iba, y eso también lo hemos entendido aquí: ansia y sed de poder a costa de lo que sea. Lo que no entiendo es lo de eliminarlos como en 1933: ¿De qué fecha es el discurso?

Otra cosa: el visto el video, y el tío de la jarra no es Luis I, sino Luis II, el rey loco, el que mandó construir Neuschwanstein. Se ve que la tía había bebido algo antes de hablar y, en fin, se dice lo que se dice.

Mario Tenorio dijo...

Ludo, el discurso fue pronunciado el 8 de noviembre de 1938 (en la cervecería de Munich donde tuvo lugar el fallido putsch de 1923), en el que hace un repaso de los acontecimientos que habrian precipitado la capitulación según su opinión.

Saludos desde el sur

Humberto dijo...

La verdad es que la cervecería merece una visita. No sólo por la historia que tiene, sino por la cerveza.

Un saludo a todos.

Ludovica dijo...

Humberto, ¿has estado en esa cervecería?