jueves, 3 de febrero de 2011

Las armas secretas del Tercer Reich. 1º parte

Hitler había perdido la guerra desde hacía mucho tiempo, pero desde que comenzaron la utilización de armas, cada vez más sofisticadas, extrañas o podríamos decir, avanzadas en el tiempo, se puso en marcha el mito de las armas maravillosas y secretas del Tercer Reich.

Algunas acciones, ciertamente audaces, dieron alas a esta huida hacia adelante por parte de Adolf Hitler. la espectacular destrucción del puente de Remagen sobre el Rhin, en un audaz ataque de los bombarderos y cazas a reacción Ar-234 y Messerschrmitt Me-262, o la destrucción en Normandía de 25 carros de combate británicos en un solo día por un solitario carro Tiger, alimentaron aún más la convicción de que si la guerra no acababa pronto, los aliados podían encontrarse con un gran problema.

El armamento en proyecto de Alemania era impresionante. Desde rayos sónicos, aeronaves en forma de platillo volante, balas que doblaban la esquina o incluso proyectiles de aire. Es solamente una muestra de lo que los científicos alemanes podían sugerir en sus estudios. Los alemanes encontraron con dificultades de carácter político o económicos que entorpecieron estas labores de investigación, pero hay que reconocer que en 1945, Alemania estaba en disposición de iniciar una carrera de éxitos con el uso de estos inventos. Si la guerra hubiera durado un año más, existe la posibilidad de que el final de la guerra hubiera podido ser otro.

No obstante, a pesar de la premura de tiempo, de la escasez de materias primas y de la situación en ocasiones agónica en la que se trabajaba, los investigadores alemanes llegaron a alcanzar cotas de creatividad que parecen sencillamente milagrosas. Hay razones que lo facilitaron; en primer lugar la evidencia probada de que toda guerra es un buen caldo de cultivo de toda clase de inventores pintorescos; en segundo lugar, las aplicaciones revolucionarias que a partir de 1943 los alemanes situaron en primera línea de batalla obedecía a la pura y simple confianza que los soldados tenían en la capacidad de sus técnicos y científicos. Las unidades de combate creían en sus prototipos más que en el propio Alto Estado Mayor. La técnica alemana aportó soluciones revolucionarias a los problemas derivados del combate moderno que incluso en nuestros días harían de la infantería alemana del año 45 un rival formidable para cualquier ejército moderno.

El primer ejemplo de investigación de "armas mágicas" nació a principios de los años 40, cuando los técnicos comenzaron a desarrollar visores capaces de ofrecer al soldado visión total y efectiva en la más completa oscuridad. En un principio consistían sólo en una pequeña cámara de mano que funcionaba como un revelador de fotografía, transformando los rayos infrarrojos invisibles en luz visible. Una lente convexa enfocaba los rayos hacia una pantalla, convirtiéndolos en rayos catódicos que eran dirigidos hacia una pantalla fluorescente, por lo que la radiación infrarroja se hacía visible como en una pequeña televisión. En un principio se probó con éxito como localizador de emisiones infrarrojas, lo que permitía atacar objetivos ocultos que produjesen calor (motores de vehículos, artillería, etc.).

Los carros de combates se equiparon con sensores que eran capaces de descubrir un cañón a más de 130 kms con un error de un minuto de arco. Los modelos más ligeros fueron instalados sobre fusiles de asalto Std-44, para crear unidades de cazadores nocturnos "nachtjäggers", que equipados con el "ojo mágico" podían acechar a sus enemigos en medio de la noche. Estos asombrosos modelos funcionaban además con energía solar, recargándose con una exposición a la luz diurna de un cuarto de hora diario.

El soldado de infantería recibió también en los últimos meses de guerra algunas sorprendentes mejoras para facilitar su supervivencia. El más conocido es el panzerfaust o terrible "puño de hierro", arma antitanque de carga hueca fabricada de forma masiva. Asimismo, el profesor Schick, creador de los primeros blusones de camuflaje y el mayor experto de su tiempo en polimimetismo, llegó a elaborar un modelo llamado Leibenmuster para las SS, en un tejido similar al nilon/rayón con una especial impregnación que le permitía evadir los rayos infrarrojos del enemigo.

Los proyectos militares secretos son caros. Por eso, en la Alemania del Tercer Reich, al igual que ocurre en la actualidad en los EE.UU., una parte considerable de la investigación se encontraba en manos de compañías privadas como Krup o Mauser, verdaderos macrocomplejos industriales con fábricas e intereses en todo el mundo, principalmente en América del Sur, lo que les permitió trabajar aislados y evadir las restricciones impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles. Al frente de la investigación del Ejército se encontraba el Ministro de Armas y Producción de Guerra dirigido por Albert Speer. De él, dependían el Hereeswaffenamt Prüfwesen, la Oficina para Armamento para el Ejército, conocido como Wa Prüf, y la Sección de Investigación de Armas o Waffen Forschungs.

Ambas organizaciones eran controladas por la Hereeswaffenamt u Oficina de Armamento dirigida durante la guerra por el general Becker y a su muerte por el general Leeb, quienes se organizaron en subdivisiones orientadas a cada tipo de proyecto: armas y municiones, señales, equipos ópticos y comunicaciones, ingeniería y cohetes. En la Marina había algo similar. Se trabajaba en subgrupos especializados y con apoyo de compañías privadas. La División Naval de Armanento Marine Waffenamt dependía también de Speer y contaba además con las divisiones experimentales, que filtraban cada proyecto mediante la aplicación intensiva de controles que garantizaban los mejores productos, con unos requisitos de calidad cada vez mayores. Pero sin duda por su complejidad y logros destaca la inmensa maquinaria creada por Goering para su Luftwaffe, la cual estaba bajo su total control, por encima incluso del poderoso Speer.

A través de la Techniches Amt dirigida por el general Udet, contaba con unidades especializadas en motores, armas, bombas y torpedos, comunicaciones y radares, equipo de tierra, etc. Con personal cualificado, motivado y con salarios muy altos, los logros estaban garantizados. Los centros de trabajo como el Instituto Goering de Armas Aéreas, camuflado en el subsuelo de un bosque, tenían unas instalaciones tan formidables que ni aún hoy han sido superadas.

2 comentarios:

Luis Conde dijo...

Un artículo muy completo Mario, enhorabuena! te ha tenido que llevar tiempo recabar toda esa información ... o la tenías en la cabeza? ;)

twitter.com/II_GM

Ludovica dijo...

Alucinante. Da miedo pensar en lo que hubieran conseguido de haberse hallado en igualdad de condiciones con los Aliados.