lunes, 27 de diciembre de 2010

Los francotiradores de Stalingrado

Después de las fiestas navideñas me pondré al corriente con las dos partes que restan de la última entrada que escribí sobre "El oro de Hitler". Hasta entonces, espero que os guste este tema que he elegido.

Todos los que somos aficionados a la historia de la Segunda Guerra Mundial hemos oído y leído sobre los francotiradores. En Stalingrado tomaron una relevancia máxima cuando muchísimos soldados cayeron por la habilidad de éstos.


En el verano de 1942, Stalingrado, destruida por los intensos bombardeos de ambos ejércitos y con las líneas del frente poco definidas se convertía en un lugar idóneo para los tiradores rusos; el ambiente ruinoso, la infinidad de posiciones desde las cuales poder abrir fuego, y el efecto del eco en los disparos proporcionaba un camuflaje perfecto a los francotiradores.

El ejército rojo fomentó el culto al francotirador, aquel que llegaba a 40 bajas recibía la medalla “al valor” y el título de “noble francotirador” además, estos soldados gozaban de privilegios que no estaban al alcance del resto de soldados de infantería. Los blancos más apreciados por los soviéticos eran los oficiales y los observadores de la Luftwaffe (fuerza aérea) y artillería, aunque los más frecuentes eran los soldados encargados de transportar las vituallas y municiones al frente por el poco peligro que conllevaban dichos blancos.

Los francotiradores rusos desarrollaron curiosas técnicas (“cebos”) para atraer a los soldados alemanes, como el ucraniano Kovbasa que cavó falsas trincheras en las cuales situó numerosas banderas blancas atadas a palancas. Kovbasa agitaba dichas banderas en la distancia mediante una cuerda. Los alemanes que se asomaban sorprendidos desde sus trincheras para observar el agitar de las banderas eran abatidos por Kovbasa desde una posición oculta. Danielov también cavó falsas trincheras en las que sitúo espantapájaros vestidos de soldados soviéticos. Danielov disparaba a aquellos alemanes que intentaban asaltar las trincheras. Otras técnicas consistieron en el camuflaje, como Ilin, que disparaba desde el interior de una tubería lo que hacía indetectable su posición o el discípulo de Zaitsev; Anatoly Chekov, que para evitar que al disparar el fogonazo del fusil delatara su posición ideó un dispositivo situado en la boca del cañón que reducía dicho efecto, además siempre procuraba disparar con poca luz, y en el mejor de los casos se valía como fondo de una pared blanca. Por otra parte, los soldados alemanes desdibujaban la silueta de sus cascos utilizando prendas blancas para evitar ser detectados por los francotiradores.

Vasili Záitsev es uno de los francotiradores más famosos del mundo que durante el período del 10 de noviembre hasta el 17 de diciembre de 1942 en los combates por Stalingrado abatió a 225 soldados y oficiales fascistas, incluidos 11 francotiradores.

Nacido el 23 de marzo de 1915 en una aldea en la región rusa de Cheliábinsk en una familia de campesinos, desde la niñez estuvo relacionado con la caza, en primer lugar con el arco y, más tarde, con armas de fuego, de las cuales la primera de ellas fue un obsequio de su abuelo cuando sólo tenía 12 años de edad. Estudió en la escuela técnica de Magnitogorsk y sirvió como contable en la Escuadra Soviética del Lejano Oriente.

Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, Vasili tenía 26 años y ya era no sólo un excelente tirador, sino también un maestro del camuflaje y la paciencia. Tuvo todas las cualidades de un francotirador profesional: la agudeza visual, oído sensible, firmeza, sangre fría, valentía, argucia militar. Supo escoger las mejores posiciones, enmascararse; se escondía de los soldados enemigos en los lugares donde nunca le esperaban encontrar. El francotirador glorificado batía al enemigo implacablemente.

Un duelo de Záitsev contra el jefe de la escuela berlinesa de francotiradores, el comandante König (según otra versión su nombre real sería Heinz Thorvald), le dio al francotirador fama mundial. König fue enviado a Stalingrado con el objetivo de arreglar el trabajo de los francotiradores en el ejército alemán y eliminar personalmente al famoso francotirador soviético, destruyendo de ese modo la leyenda de su invencibilidad y levantando así el espíritu combativo de los soldados de la Wermacht.

Vasili Zaitsev escribió de ese duelo: "Conocía 'la firma' de los francotiradores fascistas por el carácter de sus disparos, su camuflaje y en seguida distinguía a los tiradores más profesionales de los novatos, a los cobardes de los enemigos valientes y decisivos".

"Sin embargo el carácter del 'superfrancotirador' alemán era un secreto para mí. Las observaciones diarias de nuestros compañeros no daban ningún resultado. Era difícil decir en qué parte se encontraba. Probablemente cambiara sus posiciones con frecuencia y me buscaba con la misma precaución con la que yo le buscaba a él. Un día a mi amigo Morózov el alemán le destrozó el visor óptico del rifle e hirió a Sheikin. Morózov y Sheikin se consideraban francotiradores muy profesionales, conseguían triunfos en las luchas más difíciles. Ya no tenía dudas de que se habían tropezado con el 'superfrancotirador' fascista que buscaba yo".

"Al amanecer ocupamos con Nikolai Kulikov las mismas posiciones en las que el día anterior estuvieron nuestros compañeros. Observando el conocido paisaje no descubro nada nuevo. Termina el día. De repente, sobre la trinchera fascista aparece inesperadamente un casco y se mueve despacio a lo largo de la trinchera. ¿Disparar? ¡No! Es una trampa; el casco empieza a balancearse de manera no natural, es probable que lo lleve el ayudante del francotirador, él mismo espera que yo me descubra por mi disparo".

"¿Dónde se oculta?, le pregunté a Kulikov, cuando por la noche abandonábamos nuestro escondite. Por la paciencia que manifestó el enemigo durante el día, adiviné que el francotirador berlinés estuvo aquí".

"Pasa el segundo día. ¿Quién de nosotros tendrá los nervios más fuertes? ¿Quién resultará ser más pícaro?".

"Observaba con mucha atención durante mucho tiempo las posiciones de los enemigos, pero no pudía encontrar su escondrijo. Continúo observando".

"Entre el tanque y el fortín se encuentra una hoja de hierro con un montículo de ladrillos rotos. Lleva allí ya mucho tiempo. Me imagino en el lugar del adversario y me pregunto: ¿Dónde sería mejor situar el puesto de francotirador? ¿Ocuparía la posición bajo aquella hoja?".

"A lo mejor se oculta allí, bajo la hoja de hierro en la zona neutral. Decidí comprobarlo. Puse una manopla en una tablilla, la levanté. El fascista se dejó engañar. Un impacto directo, seguro que está debajo de la hoja".

"Es necesario hacerle aparecer y apuntar por lo menos a un trozo de su cabeza. Ahora es inútil tratar de conseguirlo. Necesito tiempo. Pero ya conozco el carácter del fascista. No cambiará esa posición tan buena. Nosotros por nuestra parte teníamos que cambiar la posición obligatoriamente".

"Nos quedamos hasta el amanecer. El sol salía muy rápido y con la llegada del día el combate se desarrolló con más fuerza. Pero ningún ruido pudo distraernos de cumplir nuestra tarea".

"Durante la primera parte del día decidimos hacer una pausa, pues el brillo de la óptica podía delatarnos. Por la tarde nuestros fusiles estaban en la sombra, mientras que sobre la posición del fascista caían directamente los rayos del sol. En un borde de la hoja algo brilló: ¿Un trozo de cristal o el visor óptico? Con mucho cuidado, como sólo lo puede hacer el francotirador más experto, Kulikov empezó a levantar el casco. El fascista disparó. El hitleriano pensó que había asesinado, por fin, al francotirador soviético al que intentaba cazar desde hacía cuatro días y mostró su cabeza. Con eso contaba yo. Mi impacto fue preciso. La cabeza del fascista bajó y el visor óptico de su fusil, inmóvil, continuó brillando bajo el sol hasta la noche...".

"Al atardecer, nuestros soldados atacaron a los alemanes y en el fragor del combate sacaron de la hoja de hierro al comandante fascista muerto. Tomaron sus documentos y los llevaron a su jefe de división".


Esta parte de la historia de Vasili Zaitzev fue inmortalizada en la película 'Enemigo a las puertas' (2001) donde el papel del francotirador ruso lo interpreta el actor británico Jude Law.

Vasili no tuvo posibilidad de celebrar con sus compañeros de combate la victoria sobre los hitlerianos en la batalla de Staligrado. En enero de 1943 pisó una mina, recibió graves heridas y casi se quedó ciego. Tras varias operaciones quirúrgicas los médicos consiguieron devolverle la vista. El 22 de febrero de 1943 recibió el título de 'Héroe de la Unión Soviética'.

Al recobrarse de las heridas, Vasili continuó entrenando a los francotiradores hasta los últimos días de la guerra, dirigió una sección de morteros y más tarde una compañía militar.

Después de la Guerra, Zaitsev escribió dos manuales para francotiradores, se graduó en un instituto de producción textil y de industria ligera. Trabajó como director de una fábrica de maquinaria, como director de la fábrica de confección Ucrania y como responsable del Instituto de la Industria Ligera. Continuó siendo aficionado al tiro con escopeta hasta los últimos días de su vida. Incluso ya en la vejez, no perdió su acierto.

Murió el 15 de diciembre de 1991. A pesar de su el último deseo, ser enterrado en Stalingrado, le enterraron en Kiev. Y en 2006, gracias a los esfuerzos de su viuda, Zinaída Zaitseva, las cenizas de Vasili Zaitsev fueron trasladadas al Mamáev Kurgán en las afueras de Stalingrado (Volgogrado actual)

8 comentarios:

Mi nombre es Sombra dijo...

El "duelo" entre Zaitsev y el tal Koenig (o Thorvald) es uno de los grandes mitos de la segunda guerra mundial y, al parece, el más difícil de matar.

No hay en ninguna parte evidencia de que francotirador germano con alguno de esos nombres haya existido jamás y su inclusión en las memorias de Zaitsev tras la guerra parece que se debió a "sugerencias" de las autoridades comunistas.

pedroboso dijo...

Mario, buen post, ahora bien, el comentario de Sombra arroja dudas a la cuestión.

Existió o no ese duelo? Leyenda o falacia? Que alguien aporte luz al asunto por favor.

Independientemente de su veracidad, la peli "Enemigo a las puertas" es muy buena, me encantó, supongo que muchos ya la habeis visto, y Ed Harris en el papel del Comandante alemán, lo borda.

Humberto dijo...

Yo también he visto la peli y me parece fabulosa. Totalmente recomendable.

Muy buen post, Mario.

isra dijo...

Qué buen post.

Pedroboso, yo también me hago la misma pregunta.

Un saludo a todos.

Mario Tenorio dijo...

Pues me alegro que guste la entrada. Es un tema fascinante y, como tal, se da a variadas interpretaciones. No se si será parte de la propaganda rusa la historia de Koening, pero cuando se liberen más documentos de la SGM, cosa que se hace a cuentagotas, quizás conozcamos más detalles sobre este duelo entre las ruinas de Stalingrado.
La peli la vi la otra noche, porque, a decir verdad, no la había visto todavía; me pareció demasiado novelada pero fue entretenida y emocionante.

Saludos desde el sur.

Ludovica dijo...

Mario, un post de los mejores. Ví "Enemigo a las puertas" hace años y me gustó bastante. Me llamó mucho la atención la escena en que los soldados van a atacar y en la retaguardia hay otros compañeros encargados de dispararles si intentan echarse atrás; si me apuras, eran casi más peligrosos que los enemigos.

Mario Tenorio dijo...

Ludovica:
Me parece exagerada esa escena de los soldados disparando a los que retrocedian. Pero bueno, Stalingrado fue tan atroz durante aquellos días...
Gracias, me alegro que te guste la entrada.

Saludos desde el sur.

Anónimo dijo...

saludos, esta entretenido el blog, acabo de leer el articulo y me extrañò la primera foto, la foto es de simo hayha, un francotirador finlandes que mato alrededor de 705 rusos durante la invasion del ejercito rojo a ese pais, aqui hay un link:
http://www.escalofrio.com/n/Curiosidades/La_muerte_blanca_-_Simo_Hayha/La_muerte_blanca_-_Simo_Hayha.php