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viernes, 24 de mayo de 2013
Como el Guadiana al compas de Wagner.
Pues no siempre puedes disponer de tu tiempo y por eso titulo esta entrada aludiendo al conocido río que aparece y desaparece dependiendo del paisaje. Es el río que nos lleva.
Se acaba de cumplir 200 años del nacimiento de Richard Wagner, personaje carismático, músico impresionante y antisemita a más no poder, según se desprende de sus escritos.
Odiaba a Giacomo Meyerbeer y a Feliz Mendelssohn de forma más clara. Así lo dejó impreso en su ensayo El judaísmo en la música. Texto escrito bajo seudónimo para evitar ser "arrastrado por los judíos a un plano meramente personal", decía. Wagner parece ser un tipo detestable, envidioso de los éxitos de Meyerbeer, músico al que admiró en un principio y creía que Mendelssonhn era un obstáculo para el desarrollo de la música germana. La razón principal que exponía era el estilo popular del compositor de Hamburgo que chocaba con el conservadurismo de Wagner.
Wagner afirmaba que el ensayo estaba justificada para:
"Explicarnos a nosotros mismos la repelencia involuntaria que sentimos por la naturaleza y la personalidad de los judíos, a fin de reivindicar el instintivo disgusto que claramente reconocemos como más fuerte y más abrumador que nuestro celo consciente para librarnos del mismo"
El ensayo desarrollaba ideas ya planteadas en otro texto anterior llamado La obra del arte futuro, según las cuales el arte tiene un desarrollo natural dentro del pueblo, siendo imposible de forma individual. Toda actividad artística -dice Wagner- creada por el individuo como parte diferencial de una sociedad no puede ser considerado con tal. No hay arte sin un colectivo o volk. Wagner consideraba que el judío era incapaz de hablar y escribir correctamente las lenguas europeas y por tanto no podía expresar pasión, emoción y otros sentimientos.
Wagner sugiere que el arte alemán esta en una crisis. Termina con un llamamiento a los judíos para que éstos, ayuden a «redimir» la cultura alemana a través del abandono del judaísmo.
La repercusión del ensayo fue muy poca y pronto se olvidó el asunto a falta de los amigos del músico que se sintieron avergonzados. Al margen de la conocida admiración de Hitler por el compositor señalándolo como el precursor del nacionalsocialismo, la música de Wagner merece la pena ser escuchada y no relegada por opiniones políticas de su creador. En 2001 hubo una audición pública del preludio de Tristan e Isolda en Tel Aviv a cargo de Daniel Barenboim, relegando todas las circunstancias históricas del nazismo con Wagner. A pesar del rechazo de la música del compositor alemán por el pueblo judío, ya se está oyendo voces que sugieren un cambio de actitud. La música no tiene ideología y sí belleza en si misma por lo que separar razones históricas y gusto musical es algo totalmente lógico.
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3 comentarios:
No sé si fue aquí donde dije en una ocasión que el Kaiser no podía ni ver a Wagner, y le llamaba "ese directorcillo de orquesta barata". Yo creo que fue demasiado amable. Su música, aunque no de mi gusto, es buena, pero ¿porqué tenía que fastidiarlo todo con esos aires que se daba? Yo creo que a la gente que no disfruta de su música es porque siente en ella el espíritu de lo que pensaba. En fin, que empiezo a desvariar...
El ensayo acaba de ser traducido en una edición crítica por Rosa Sala Rose. Podéis encontrarlo aquí:
http://hermidaeditores.com/descargarebooks/eljuadismoenlamusica-richardwagner-libro-ebooks-sindrm-epub-pdf-14.html
Un saludo,
A mi las composiciones de Wagner me produce gran placer. Sin embargo, Richard Wagner no es plato de mi gusto.
Gracias Alejandro, le echaré un vistazo.
Saludos desde el Sur.
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