La desaparición de personas en Paris durante la Segunda Guerra Mundial era el pan de todos los días, a nadie le extrañaba tan anómala circunstancia.
Los judíos se escondian y los miembros de la resistencia francesa debían dejar sus vidas y desaparecer como fantasmas debido al miedo a la Gestapo.
Pero bajo el horror de la guerra se escondía una escalofriante historia. El respetado médico Marcel Petiot era un asesino en serie que mataba por la noche y al que se le acusó de un número incalculable de asesinatos.
Los vecinos del elegante edificio parisino llamaron a la policía tras comprobar que una columna de humo se estaba levantando hacia el cielo. El piso pertenecía al respetable Dr. Petiot. Allí se descubrió muchos miembros de diferentes cuerpos y que estaban siendo incinerados. Al ser interrogado por la policía, el médico dijo que dichos cuerpos desmembrados pertenecían a soldados alemanes. Sin embargo, los cadáveres correspondían a personas del otro bando. Algo se trastornó en la mente del médico para que tomase la decisión de matar. Nunca ha habido un cálculo exacto del número de crímenes pero se cree que pudo llegar al centenar.Era un hombre sumamente inteligente y con don de gentes en su trato con los demás, lo que le concedía ventaja para ganarse rápidamente la confianza de sus víctimas.
Se hacía pasar por miembro de la Resistencia y de esta forma atraía fácilmente a aquellos que por algún motivo u otro debían huir del país. Peitot les decía que podrían escapar hacia América del Sur a cambio de un pago. Una vez hecho el trato con la víctima, la convencía para que escribiera una carta a sus familiares, diciéndoles que estaba bien y que regresaría en cuanto volviese la normalidad.
Nadie echaría de menos a esas personas, y si alguna vez se llegaran a plantear donde estaban, pensarían que acabaron en la cámara de gas de los nazis.
El 25 de mayo de 1946, Marcel Petiot fue ejecutado en la guillotina.
5 comentarios:
¡¡Felices Reyes!!
Saludos desde el sur.
Escalofriante artículo, Mario. A mí también me intriga que pudo ocurrir en su cerebro. Lo que creo es que, aunque hubiera dicho que sus víctimas eran personas del bando alemán, se le hubiera juzgado igual, pero no sé cómo hubiera sido el asunto.
Tras unos días de viaje, ya estoy de vuelta. Feliz año a todos.
Bienvenido Humberto, feliz año.
Saludos desde el sur.
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