lunes, 27 de septiembre de 2010

El laberinto de Hitler


Conocer a una persona mediante un trato personal es harto difícil, pero hacerlo con datos publicados por diferentes articulistas, escritores de biografías o simples perfiladores de personalidad, es aún más complicado.

La figura de Hitler es una de las más jugosas para todo tipo de escritor; sea a favor o en contra, descubrimos razones contradictorias que nos llevan a pensar que este hombre no solamente pretendió pasar a la historia por unos hechos, sino que a pesar de lo que podríamos calificar como locura -apreciación muy fácil de vincular a él por diversos comportamientos próximos al fin de la Segunda Guerra Mundial- o fanatismo promovido por unas vivencias poco gratificantes y acomplejadas, también creyó que hacía lo mejor para Alemania, por supuesto sin importarle el dolor que proporcionara a sus semejantes dentro y fuera de su país.

Las decisiones tomadas por Hitler se vieron secundadas por millones de alemanes que sintieron como propias las ambiciones del dictador. Y como suele ocurrir, si el pueblo está bajo presiones de tipo económico no suele reparar en el vecino y el comportamiento se anexa a los anhelos de otros, creyendo que será lo mejor que puede deparar para todos ellos.

La guerra llega y aunque a nadie le gusta, Alemania ve que funciona el sistema adoptado por los nazis. Nadie pregunta nada sobre la rapidez de las conquistas y Hitler eufórico se ve encumbrado aún más por su pueblo.

La personalidad del dictador ha sido analizada por excelentes historiadores de todos los bandos y opiniones. Y como en botica, tenemos argumentos en todos los sentidos. ¿Era Hitler un genocida?, ¿disfrutaba con la muerte de los demás?, ¿se dio cuenta en algún momento de las terribles consecuencias que tenía la guerra para Alemania?, ¿el fin justifica los medios? ¿era necesario una guerra para la supervivencia de Alemania?

Podríamos seguir añadiendo innumerables cuestiones y la entrada se nos alargaría como las sombra del nazismo sobre Europa, como un laberinto llenos de arcanos mortales que afortunadamente ya sólo es motivo de divagaciones entre aficionados e historiadores.

3 comentarios:

Humberto dijo...

Si Hitler se hubiera "plantado" en el verano de 1939, no hubiera echado el órdago de la invasión de Polonia y hubiera "suavizado" la Leyes de Nuremberg, aunque en el fondo las mantuviera, estaríamos hablando de un mundo totalmente diferente al que conocemos.

¿Como sería recordada entonces la figura de Hitler?

Probablemente, al provocar la guerra, indirectamente hizo un "favor" al mundo libre y disfrutamos del que tenemos ahora.

¿Cómo sería Europa si los supuestos antes mencionados por mi se hubieran cumplido?

Un saludo a todos.

Ludovica dijo...

Mario, tú hablas de los millones de alemanes que secundaron a Hitler. ¿Qué pasa con los alemanes que le secundaron y que no formaban parte de la masa? Realmente ¿no tienen ellos también ese laberinto?

Mario Tenorio dijo...

Hola a todos:
Ludo, por supuesto que también ellos son complices del horror nazi. Un ejemplo fueron los magnates de la industria alemana que movilizaron sus fondos económicos y recursos tecnológicos al servicio del nuevo amo del cotarro. Un mezcla de miedo y apuesta a caballo ganador.

Saludos desde el sur